Está demostrado que lavarse las manos es la medida más barata, eficaz y sencilla para la prevención de las infecciones que se contraen en el ambiente hospitalario (nosocomial).
Cada año, dos millones de personas enferman como resultado de una infección nosocomial, que contribuye a la muerte de cerca de 90.000 pacientes hospitalizados. La higiene de manos es primordial ante un problema de esta magnitud. La misma medida, además, sirve para tener a raya las infecciones que se adquieren en la comunidad, como el resfriado, la gripe e, incluso, la hepatitis A
Pero la Organización Mundial de la Salud (OMS) asegura que los dispensadores de jabón líquido pueden contener bacterias y suponer un riesgo para la salud.
Fuente: consumer (30 de septiembre de 2011)
Autor: Por MONTSE ARBOIX
Rellenar los dispensadores de jabón líquido con producto a granel es habitual. No obstante, investigadores de la Universidad de Arizona (Tucson, EE.UU.) han concluido que esta práctica puede ser perjudicial: aumentaría el número de patógenos en las manos y sería clave en su transmisión en lugares públicos.
Los restos de jabón que quedan en el fondo no se desechan y las bacterias se acumulan.
Se ha determinado qué gérmenes contenidos en el gel contaminan las manos de la comunidad estudiantil.
Para ello, se midieron los niveles de microorganismos antes y después del lavado y se detectó que el número de bacterias gram-negativas en las manos de los estudiantes y del personal del colegio se multiplicó por 26 después de un lavado con el jabón contaminado.
Como resultado del estudio los gérmenes de las manos pueden transferirse las superficies de la escuela y ayudar a su propagación.
A modo de solución, se cambiaron los dispensadores alterados por bolsas o cartuchos herméticos con una nueva boquilla por donde sale el jabón, de manera que se repone todo el conjunto.
Después de un año de uso, ni uno de ellos resultó contaminado. Los resultados, publicados en "Applied and Environmental Microbiology", concuerdan con investigaciones anteriores que ya apuntaban que esta práctica de rellenar dispensadores no era correcta.
Para lavarse de manera correcta las manos, primero hay que mojarlas, aplicarse jabón suficiente para cubrirlas y frotar toda la superficie durante unos 20 segundos: la palma y el dorso, sin olvidarse de las muñecas, de la zona entre todos los dedos y, sobre todo, de las uñas (si es preciso, utilizar un cepillo). Hay que enjuagar las manos y secarlas con una toalla limpia y seca. Después, se puede aplicar una loción hidratante.
Con este proceso se consigue eliminar los desechos orgánicos e inorgánicos de toda la superficie de la piel.
ENSEÑAR A LOS NIÑOS A LAVARSE LAS MANOS
¿Cuándo hay que lavarse las manos?
La mayoría de los adultos tiene muy interiorizado este hábito y lo hace casi sin pensar.
En los más pequeños, por el contrario, no es así.
Así desde edades tempranas, los adultos deben enseñar la fácil noción de higiene infantil porque la infección se da simplemente por frotarse los ojos, la nariz o la boca.
También es importante que aprendan a hacerlo de manera adecuada, con agua tibia y jabón, y facilitarles el acceso -con un taburete- al agua y a las toallas. Además, hay que insistir en ello, siempre antes de poner la mesa, comer -aunque sea un bocadillo- o tocar algún alimento o utensilio de cocina. Y, por supuesto, siempre después de ir al baño; estornudar, toser y sonarse; estar con un enfermo; jugar al aire libre; al volver a casa; y después de jugar con la mascota.
Una buena opción es llevar toallitas para limpiar las manos cuando, ante estas situaciones, no hay posibilidad de encontrar un baño cerca.
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