Seguimos recibiendo con preocupación, continuas noticias en las que intoxicaciones alimentarias masivas son las protagonistas de titulares y portadas:, el síndrome de las vacas locas, intoxicaciones de personas tras el consumo de alimentos contaminados con sustancias tóxicas en Irlanda o el hallazgo de caramelos chinos contaminados con melanina, entre otros, son algunos de los ejemplos.
FUENTE Expansión (17/02/2009)
Autor: Jordi Piñot
La última noticia al respecto la recibimos desde China: la condena a muerte de dos de los veintiún acusados tras la muerte de seis bebés y la intoxicación de otros 300.000, por adulterar leche infantil con melanina. Este veredicto pone de manifiesto la difícil situación en la que se encuentra el gobierno chino en materia de seguridad alimentaria.
En muchos aspectos -y el sector de la alimentación no es una excepción- nos encontramos en un mundo plano en el que una avanzada logística permite que lleguen a España alimentos y bebidas producidos en cualquier parte del mundo en apenas unos días u horas después de su fabricación.
También hemos recibido noticias del acuerdo sobre seguridad alimentaria alcanzado en la reunión celebrada en Madrid. Entre otras conclusiones supimos que se creará una Alianza Mundial para la Agricultura, la Alimentación y la Nutrición. Esto generará un mayor movimiento de mercancías en el sector en un mundo cada vez más global.
Queda patente pues, que debemos aplicar todos los posibles controles que nos garanticen la Seguridad Alimentaria.
¿TENEMOS QUE ESTAR PREOCUPADOS?
Tanto la legislación europea como la norteamericana regulan actualmente la trazabilidad de los productos alimentarios, pero no es así fuera de estos países.
La ley Europea sobre Alimentación (CE) No 178/2002, que se hizo efectiva el 1 de Enero del 2.005, define los requerimientos de la trazabilidad en Europa, así como la necesidad de poder trazar y seguir los componentes, ingredientes, piensos y alimentos en todos los estadios de la producción, procesado y distribución.
Y la "The Bioterrorism Act" de 2.002, bajo la administración de la FDA (Food and Drug Administration), creó los requerimientos para la trazabilidad alimentaria en los Estados Unidos. La ley obliga a que cualquier compañía involucrada en la producción, elaboración, embalaje o distribución de alimentos, identifique y registre el suministrador inmediatamente anterior y el receptor inmediatamente posterior de estos alimentos incluyendo su embalaje.
Fuera de estos países, la trazabilidad no es ni regulada ni exigida, por lo que poder conocer el origen, destino, componentes o ingredientes, qué piensos o pesticidas se utilizan, con qué fechas o quién los proveyó, es mucho más complejo y en muchos casos imposible.
Esta es una de las causas por las que la leche contaminada con melamina afectara a más de 300.000 niños en China. Las regulaciones para la seguridad alimentaria se han desarrollado para la protección de la salud humana y para asegurar la seguridad de los productos desde el origen (ya sea granja o campo) hasta la mesa, lo que los anglosajones definen como "from farm to fork".
Esto incluye poder trazar los productos y sus ingredientes desde el elaborador hasta el consumidor final y a las entidades reguladoras poder determinar qué ingredientes y sustancias fueron utilizados en alimentos o bebidas, prestando atención a la relación en todas las áreas, ya que lo que se pretende es que el sistema de trazabilidad no tenga quiebros y la información fluya a lo largo de todos los eslabones.
Para ello, es necesario que los sistemas de trazabilidad que desarrollen e implementen las empresas involucradas formen parte de los sistemas de control interno y no ser gestionados de forma separada, registrando no solo los ingredientes y materias primas sino también los procesos tecnológicos y cualquier otro aspecto que pueda tener influencia sobre los mismos.
El sistema de trazabilidad debe proporcionar toda la información imprescindible y necesaria sobre un producto puesto en el mercado por una empresa y, en su caso, permitir a ésta la adopción de medidas eficaces, contribuyendo a alimentar la transparencia necesaria para sus clientes y la Administración.
Un buen sistema de trazabilidad nos debe de permitir, además de servir de instrumento para lograr un nivel elevado de protección de la vida y la salud de las personas, contribuir a asegurar la calidad y la certificación de productos, servir de apoyo cuando los problemas surgen, facilitando la localización, inmovilización y, en su caso, retirada efectiva y selectiva de los alimentos y de los piensos, permitir actuar con diligencia frente a un posible problema y poder tomar la correspondiente decisión de destino de lotes y agrupaciones de productos afectados; así como prestar ayuda para hacer frente a las reclamaciones de los clientes autentificando las posibles reclamaciones y potenciar el mercado, promoviendo la seguridad comercial de los alimentos y ganando o recuperando, en su caso, la confianza de los consumidores.
Con la correcta aplicación de la trazabilidad, el consumidor puede tener la garantía de que ante cualquier problema las acciones a tomar se realizan con la máxima eficacia, rapidez y coordinación minimizando el impacto y efecto de la situación.
Para la Administración, depositar una mayor confianza en las empresas alimentarias y de piensos, facilitando las actividades de control oficial a lo largo de toda la cadena y una mayor eficacia en gestión de incidencias, crisis o alertas sobre seguridad alimentaria. Todo ello podrá ayudar a prevenir o atenuar los efectos de las posibles alarmas en la población, que tanto perjuicio suponen para los consumidores y el sector empresarial, así como para la propia Administración.
La llegada de nuevas tecnologías, tales como la implantación del QR-CODE (código de barras bidimensional) en el sector de la alimentación permitirá al usuario conocer toda información relevante y la trazabilidad ascendente del producto que tiene en sus manos.
Bastará con realizar una foto desde un teléfono móvil debidamente provisto del software y el hardware necesarios. Esta tecnología es ya se está empleando en los supermercados japoneses y está en vías de expansión en Europa y Estados Unidos.
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