Fuente: ECOticias (22/02/2012)
Estos científicos estuvieron estudiando desde hace más de diez años cómo los insectos ingieren determinadas toxinas de las plantas y las almacenan en sus propios cuerpos. Estas toxinas, llamados alcaloides de pirrolizidina llamados, se encuentran por ejemplo en la chilca (Senecio jacobaea), una flor salvaje común en Eurasia.
Ahora, los científicos mostraron que la langosta africana ha desarrollado una enzima específica que le permite almacenar las toxinas de plantas para la autodefensa.
Una enzima prácticamente idéntica se encontró hace unos años en la polilla cinabrio. "El aspecto más interesante de este hallazgo es que la evolución ha desarrollado un mecanismo tan complejo dos veces en dos especies muy diferentes", dice el profesor Dietrich Ober, director del grupo de trabajo en Kiel.
Las plantas venenosas utilizan alcaloides como armas químicas para protegerse de ser comidas. Cuando los animales consumen esas plantas, ingieren los alcaloides, que inicialmente son inofensivos. En el sistema digestivo, las sustancias se convierten en toxinas. La enzima identificada ahora permite a los insectos como la polilla cinabrio o la langosta africana volver a transformar los alcaloides en su estado no tóxico para un almacenamiento seguro en sus cuerpos. Por lo general, los insectos señalizan el hecho de que son venenosos por colores brillantes y un sabor desagradable.
Debido a este mecanismo de autodefensa eficaz, los saltamontes africanos no tienen muchos enemigos naturales. Por esta razón, las plagas se producen con frecuencia, a menudo destruyendo cosechas enteras.
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