Sin embargo, la comunidad científica pudo haber sobrevalorado el riesgo de transmisión por esa vía. Ha sido la misma comunidad científica la que se ha encargado de ir corrigiendo esta impresión inicial.
Tras un año de pandemia y es claro, porque la principal fuente de contagio es por vía aérea, por medio de los aerosoles.
El peligro de las SUPERFICIES es bastante residual
Un prolijo articulo en Nature recoge las impresiones de varios expertos, entre ellos Emanuel Goldman, microbiólogo de la Facultad de Medicina de Rutgers New Jersey.
Goldman se ha encargado de estudiar el efecto de las SUPERFICIES y de reducir el peligro que conllevan.
Afirma que, si bien pueden presentar ARN viral pero lo que queda en las SUPERFICIES es "el cadáver del virus", con escasa o nula carga viral y "No es contagioso".
El científico pone por ejemplo su propio comportamiento contra el virus después de estudiar su naturaleza
Goldman ha dejado de usar guantes después de varios meses de pesquisas y así se ha confirmado sus sospechas.
Los fómites (objetos que se pueden contaminar con virus) no parecen formas de contagio realmente significativas. Lo mejor, insiste, es mantener una frecuente lavado de manos.
Lo cierto es que el CDC (Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EEUU) ha girado su opinión hacia el criterio de Goldman y después de advertir hace meses de la gran importancia de limpiar SUPERFICIES para evitar contagios.
CDC ahora informa en web "no se cree que la propagación a través del contacto con SUPERFICIES contaminadas sea una forma común de propagación".
Algunos investigadores como Goldman recalcan que los estudios de comienzos de pandemia se realizaron en unas condiciones que distan mucho de las que se dan en la vida real.
Las cargas virales eran exageradas, las condiciones de temperatura y humedad estaban demasiado controladas, como resultado nada que representase al "mundo real".
Por el contrario, algunos estudios que sí se han realizado a pie de campo han demostrado que el contagio por SUPERFICIES es muy residual. Es el caso del que comandó Tal Brosh-Nissimov, del Hospital de la Universidad Assuta Ashdod en Israel, que no detectó contagio alguno en materiales contaminados. Algo que respalda las tesis de su colega Goldman.
Los estudios de Amy Pickering, de la Universidad Tufts de Massachusetts han determinado que la transmisión de ese ARN viral es de menos de 5 de cada 10.000 casos. "La transmisión de fomite es posible, pero parece ser poco común. Muchas cosas tienen que encajar en su lugar para que suceda esa transmisión", sentencia. En todo caso, la limpieza de manos para minimizar riesgos parece suficiente.
Un problema de comunicación
Otros expertos aseguran que en este tema así ha habido un problema de falta de comunicación.
Es la opinión de Lindsey Marr, ingeniera de Virginia Tech que en una carta mandada al Washington Post explicaba que la obsesión por la limpieza de objetos y sus SUPERFICIES dejaba en segundo plano algo mucho más importante: la ventilación de interiores y el mantenimiento de las medidas necesarias en estos lugares, como el uso de mascarilla y la distancia social.
Marr explicaba que, al ser la limpieza algo más sencillo, se priorizaba ante la ventilación, lo cual es harto contraproducente, ya que además reducía los esfuerzos realmente útiles, los que van encaminados a medidas que sí tienen un impacto importante en la prevención contra el coronavirus.
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