Fuente: consumer (13 de junio de 2012)
Por MARTA CHAVARRÍAS
El agua es una de las vías más frecuentes de transmisión humana de la infección intestinal, por lo que se deben adoptar estrictas medidas de control para reducir este tipo de infecciones. Aeromonas se localiza tanto en agua dulce como en agua de consumo tratada y, sobre todo, en alimentos frescos, marisco, carne cruda, queso y leche. Junto con ella, destacan otros patógenos del agua, que afectan a su calidad y provocan las denominadas zoonosis.
Aeromonas en agua dulce y agua de consumo tratada
Aeromonas es fácil de detectar en aguas dulces. En el caso de las aguas de consumo tratadas, su desarrollo se debería sobre todo a su proliferación en sistemas de distribución. Los motivos por los que se reproduce en este ámbito podrían ser la materia orgánica y la temperatura.
Respecto a los alimentos, este microorganismo crece a temperaturas de refrigeración. Por tanto, los alimentos que se deben conservar a unos 5ºC tienen más riesgo de infectarse. Temperaturas más altas, de unos 45ºC, son letales para este microorganismo, así como los desinfectantes habituales, como los hipocloritos (lejía). Esta bacteria se ha detectado en el pescado y también se ha aislado en carnes envasadas al vacío o en atmósferas modificadas, alimentos preparados y redes de abastecimiento de agua.
El pescado es uno de los vehículos de transmisión de patógenos de origen acuático, entre ellos Aeromonas hydrophila, que puede aislarse en cantidades importantes en el pescado, aunque con una capacidad patógena poco importante. En la mayoría de los casos, la contaminación con este microorganismo ocurre a través de contaminaciones cruzadas en el momento de la preparación de las comidas.
El pescado es uno de los vehículos de transmisión de patógenos de origen acuático
Aeromonas incluye unas 16 especies diferentes, entre ellas, A. hydrophila, A. caviae o A. sobria. A pesar de que algunos miembros de este grupo de bacterias están implicados en enfermedades humanas, no todas las cepas son patógenas. Sin embargo, para reducir este tipo de infecciones, se deben adoptar estrictas medidas de control. Diversas investigaciones califican este microorganismo como una de las principales causas de enfermedad bacteriana en peces de aguas cálidas de cultivo, siempre que las condiciones de cría lo favorezcan, como estrés, mala manipulación o hacinamiento.
La bacteria provoca lesiones y úlceras en el pescado, sobre todo durante la primavera y el verano, cuando las temperaturas aumentan. También causa daños externos visibles en la cola y las aletas. En la mayoría de los casos, la infección sistémica es un signo de otra afectación bacteriana grave que a menudo acaba con la muerte de los peces. Más allá del uso de antibióticos, que en ocasiones no es útil, una de las formas de reducir esta infección sucede por reducir el estrés en la población de peces.
El agua puede contaminarse con microorganismos patógenos, desechos orgánicos, sustancias químicas (metales en pescados) o radiactivas o bien por compuestos orgánicos, entre otros. En el caso de los microorganismos patógenos, debe distinguirse entre bacterias, virus, protozoos y otros organismos capaces de provocar enfermedades como gastroenteritis. En la mayoría de los casos, llegan al agua a través de las heces y otros restos orgánicos. Algunas de las bacterias patógenas más comunes en el agua, además de Aeromonas spp, son:
• E. coli. El origen radica a menudo en heces humanas y animales. • Helycobacteri pylori. • Pseudomonas, con presencia en aguas naturales. • Salmonella typhi, en heces humanas. • Shigella. • Vibrio cholerae.
Las zoonosis son enfermedades causadas por microorganismos de origen animal que también infectan a las personas. Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), hasta el 75% de los patógenos emergentes pueden ser de origen zoonótico. En los últimos años, algunas de las principales enfermedades emergentes transmitidas por el agua incluyen E. coli O157:H7, Campylobacter y Cryptosporidium. El agua de calidad debe estar exenta de sustancias y microorganismos peligrosos para las personas o que le confieran un olor desagradable, color turbio o mal sabor. Debe tenerse en cuenta que sin agua de calidad, se ponen en riesgo numerosas actividades relacionadas con su uso.
Según la Carta Europea del Agua, "sin agua no hay comida, ni bebida, ni luz, ni calor, ni lluvia". El Real Decreto 140/2003, establece que el agua de consumo humano debe ser "salubre y limpia", es decir, no puede contener ningún microorganismo, parásito o sustancia en una cantidad que suponga un riesgo para las personas. Para asegurar la salubridad del agua, distintos reglamentos, comunitarios y nacionales, establecen la obligatoriedad de realizar controles exhaustivos.
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