FUENTE | ABC Periódico Electrónico S.A. (08/06/2011)
Autor: C. Garrido
La investigación, publicada en la revista «Personality and Individual Differences», midió el efecto del estrés y la cafeína en 92 participantes sanos. ¿El resultado? Basta con que un individuo beba cinco o más tazas de café al día para que su tendencia a la alucinación se dispare.
Para llegar a esta conclusión, primero se dividió a los voluntarios según su nivel de estrés y consumo de cafeína. Después se les pidió que escucharan una grabación con un sonido confuso de fondo y apretaran un botón cada vez que oyeran a Bing Crosby cantando el villancico «White Christmas» (Blanca Navidad). En realidad se trataba de un engaño. Los investigadores nunca incluyeron este tema musical en la grabación.
Lo curioso del caso es que, a pesar de que la canción no llegó a sonar realmente en los oídos de los participantes, aquellos con altos niveles de estrés y cafeína aseguraron haberla escuchado hasta tres veces más que los del grupo con bajos niveles de ambos factores.
Además, aquellos con bajos índices de estrés pero altos de cafeína apretaron el botón un 40% más que aquellos que no padecían ansiedad ni consumían altas dosis de cafeína.
«La combinación de cafeína y estrés aumenta la probabilidad de que un individuo experimente síntomas propios de la psicosis», asegura el profesor de psicología Simon Crowe, autor principal del estudio, quien considera necesario estudiar más a fondo los riesgos asociados al consumo excesivo de esta sustancia. «Tenemos directrices sobre el consumo responsable de alcohol pero no pasa lo mismo con la cafeína, a pesar de que es una sustancia estimulante», advirtió.
Y tiene razón porque el café, como casi todo, con moderación es incluso saludable, pero cuando se abusa (más de cuatro tazas al día) puede crear dependencia psicológica y física, además de producir inquietud, agitación, nerviosismo, excitación, insomnio, cefalea, taquicardia, diuresis, arritmias, e irritación gástrica.
La investigación, publicada en la revista «Personality and Individual Differences», midió el efecto del estrés y la cafeína en 92 participantes sanos. ¿El resultado? Basta con que un individuo beba cinco o más tazas de café al día para que su tendencia a la alucinación se dispare.
Para llegar a esta conclusión, primero se dividió a los voluntarios según su nivel de estrés y consumo de cafeína. Después se les pidió que escucharan una grabación con un sonido confuso de fondo y apretaran un botón cada vez que oyeran a Bing Crosby cantando el villancico «White Christmas» (Blanca Navidad). En realidad se trataba de un engaño. Los investigadores nunca incluyeron este tema musical en la grabación.
Lo curioso del caso es que, a pesar de que la canción no llegó a sonar realmente en los oídos de los participantes, aquellos con altos niveles de estrés y cafeína aseguraron haberla escuchado hasta tres veces más que los del grupo con bajos niveles de ambos factores.
Además, aquellos con bajos índices de estrés pero altos de cafeína apretaron el botón un 40% más que aquellos que no padecían ansiedad ni consumían altas dosis de cafeína.
«La combinación de cafeína y estrés aumenta la probabilidad de que un individuo experimente síntomas propios de la psicosis», asegura el profesor de psicología Simon Crowe, autor principal del estudio, quien considera necesario estudiar más a fondo los riesgos asociados al consumo excesivo de esta sustancia. «Tenemos directrices sobre el consumo responsable de alcohol pero no pasa lo mismo con la cafeína, a pesar de que es una sustancia estimulante», advirtió.
Y tiene razón porque el café, como casi todo, con moderación es incluso saludable, pero cuando se abusa (más de cuatro tazas al día) puede crear dependencia psicológica y física, además de producir inquietud, agitación, nerviosismo, excitación, insomnio, cefalea, taquicardia, diuresis, arritmias, e irritación gástrica.
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