El proyecto BLOOM-NET ha recibido algo más de 1,3 millones de euros de financiación para la investigación de angiospermas. La capacidad de determinar el momento de floración de una planta puede reportar enormes beneficios para la industria alimentaria mundial, puesto que muchos de los productos que consumimos, desde los piensos con los que se alimenta al ganado hasta los productos que se encuentran en las estanterías de un supermercado, tienen su origen en algún tipo de angiosperma.
FUENTE CORDIS: Servicio de Información en I+D Comunitario (22/06/2009)
En un mundo en el que las fuentes de alimentos se reducen y están sobreexplotadas, el tema de la sostenibilidad del suministro alimenticio despierta una gran preocupación, sobre todo si se considera el crecimiento constante de la población mundial. Una investigación realizada por un equipo de Alemania, Países Bajos, Reino Unido e Israel (formado por investigadores especializados en floración y pioneros de la tecnología) puede que aporte una solución a este acuciante problema.
BLOOM-NET («Red regulatoria meristemática que controla la transición floral») es uno de los doce proyectos elegidos por la ERA-NET (Red del Espacio Europeo de Investigación) sobre Genómica Vegetal, perteneciente al Sexto Programa Marco (6PM) de la Unión Europea. El plan ERA-NET desempeña una función relevante en la mejora de la coordinación y cooperación de programas de investigación nacionales y regionales sobre temas concretos, en este caso la genómica vegetal.
«Las flores son indispensables para los procesos de reproducción de las plantas, puesto que la polinización es el paso anterior al desarrollo de la fruta que contiene las semillas», explicó el profesor Brendan Davies de la Universidad de Leeds (Reino Unido). «Todo lo que comemos procede de angiospermas, incluso el pienso con el que se alimenta el ganado.»
«Esto significa que el futuro del abastecimiento alimentario podría mejorar en gran medida si fuésemos capaces de predecir y controlar la floración. Los agricultores necesitan conocer el momento idóneo para cosechar sus cultivos, y de ahí la importancia de nuestro estudio», añadió el profesor.
Dado que las flores son los órganos reproductores de las plantas, según el profesor Davies es absolutamente necesario que agricultores y fitogenetistas sepan en qué momento se producirá la floración, y que esto se traslade a sus programas de fitogenética y a la programación de sus cosechas. Mediante la mejora de nuestra capacidad y la aplicación de estos conocimientos, los agricultores serán capaces de producir cosechas mejores y más efectivas.
El profesor Davies indicó que los agricultores llevan siglos tratando de determinar el momento de floración de sus cultivos interpretando patrones meteorológicos, cambios en la luz u otros métodos. «Pero ahora podemos mejorar estas predicciones al añadir otros factores, por ejemplo cambios minúsculos en la composición genética.»
«Ahora sabemos mucho más sobre el funcionamiento de los genes que controlan las flores. Ahora pretendemos averiguar de qué manera la expresión de estos genes, es decir, el orden en el que se activan y desactivan, ayuda a crear una flor en un momento determinado y bajo unas condiciones concretas. Si fuéramos capaces de predecir o incluso controlar este proceso, con el tiempo podríamos incluso ayudar a los agricultores a mejorar la cantidad y calidad de sus cosechas.»
El equipo colaborará con especialistas en modelos informáticos para crear uno capaz de predecir los efectos que provocan los cambios en la estructura genética de un grupo de células pequeño pero importante. Este tejido, conocido como meristemo apical del tallo, es responsable del crecimiento tanto de la flor como del resto de la planta. El modelo digital, además de ser capaz de determinar las señales internas en el proceso de floración, también determinará el efecto de otros factores externos, como por ejemplo el clima.
La coordinación del proyecto corre a cargo de la Universidad y Centro de Investigación de Wageningen (Países Bajos). Además de la Universidad de Leeds (Reino Unido), en el proyecto participan el Instituto Max Planck para la Investigación Fitogenética (Alemania), el Instituto Max Planck de Tübingen de Cibernética Biológica (Alemania) y la Universidad de Tel-Aviv (Israel).
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