Ahora, que todos conocemos de sobra la necesidad de cuidar la piel ante la exposición a la radiación y el uso de las protecciones solares está muy extendido, toca fijarse en la letra pequeña y pararse a pensar en el efecto que el uso de determinadas lociones puede tener en el medio ambiente.
Crema solar
La crema solar es uno de los productos más vendidos durante el verano. Estas lociones evitan los perjuicios que puede provocar el sol gracias a la protección que ofrecen con su composición, de hasta factor 100, pero ninguna de ellas nos ofrece una protección total a pesar de los reclamos de muchas marcas.
Esta es una de las principales conclusiones de una investigación realizada por expertos de la Universidad del País Vasco (UPV/ EHU) que ha estudiado los efectos adversos que provocan las cremas solares en los organismos acuáticos y en concreto en algunos peces.
Hasta ahora, la gran mayoría de trabajos se habían centrado en los análisis del entorno y de la contaminación ambiental de los mares y océanos compuesta por microplásticos, fibras sintéticas para ropa, cosméticos o envases, entre otros residuos, pero no los efectos que podrían provocar en la fauna.
Así, gracias a estudios como este, se ha podido identificar hasta dónde llega la contaminación de este tipo de productos en algunas especies marinas, como las doradas.
Consecuencias de la contaminación marina
De hecho, esta investigación ha demostrado que los productos farmacéuticos y de higiene personal se acumulan en el organismo de los peces, lo que tiene unas consecuencias nocivas para las especies analizadas. “Hemos confirmado que estos contaminantes causan efectos adversos a nivel molecular en plasma, cerebro e hígado de doradas –uno de los tipos de pez analizados-”, detalla Ziarrusta.
Además, los investigadores concluyen que la degradación de las sustancias que tienen esta CREMA SOLAR puede ser incluso más tóxica que el contaminante del que provienen, por lo que es fundamental realizar un correcto análisis.
“Todavía desconocemos muchos de estos productos derivados ya que su formación depende mucho de las condiciones medioambientales, y eso hace que sea necesario identificarlos y caracterizarlos bien para posteriormente poder monitorizarlos”, apunta Ziarrusta sobre la importancia de la precisión de los estudios.
Hasta ahora los resultados se han obtenido en condiciones de laboratorio controladas, por lo que deben ser contrastados con otros estudios en ambientes reales ya que en un entorno marino no se localizan únicamente este tipo de productos, sino que, además, la suma de estos contaminantes con otras sustancias nocivas puede provocar otros efectos también negativos para la fauna marina.
“No podemos pasar por alto que, en los ecosistemas acuáticos, los productos farmacéuticos y de higiene personal, junto con otras sustancias, se encuentran en una mezcla que puede provocar otro tipo de toxicidad”, comenta la autora.
En este sentido, un trabajo publicado en la revista Science of The Total Environment señala que este tipo de contaminación y su acumulación en los organismos de los peces podría afectar a la calidad de la cadena alimentaria.
¿ Protegemos nuestra piel o la fauna marina ?
La respuesta no es excluyente. No podemos dejar de utilizar protectores solares, pero tampoco podemos seguir contaminando mares y océanos. La solución es más sencilla de lo que parece: elegir la protección adecuada.
“Debemos consumir cremas solares que no contengan filtros químicos como la oxibenzona y el octinoxato, que son perjudiciales para el medio ambiente. Es la única manera para asegurarnos de que esos contaminantes no llegarán a los peces”, detalla la investigadora.
Actualmente la gran mayoría de protectores solares incluyen estos componentes dañinos para la fauna por lo que es nuestra responsabilidad como consumidores empezar a demandar a la industria que comercialice este tipo de productos positivos para nuestra piel y compatibles con nuestros peces.
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