Las infecciones y contagios son el caballo de batalla de los entornos hospitalarios, así que esta clase de bombillas podrían ser muy útiles para mantener cierta profilaxis. Otros lugares que también se podrían beneficiar de esta tecnología serían escuelas, aeropuertos, aviones y otros espacios públicos similares, donde hay gran concentración de personas en un entorno cerrado.
Recordemos que el resfriado no se padece por estar andando por la calle bajo un frío gélido, sino precisamente cuando nos refugiamos de ese entorno hostil en ambientes cerrados y cálidos donde los virus y las bacterias campan a sus anchas de huésped en huésped.
Podéis leer más sobre ello aquí.
Según explica David J. Brenner, líder del trabajo:
Si nuestros resultados se confirman en otros entornos, se deduce que el uso de luz indirecta de bajo nivel UVC en lugares públicos sería un método seguro y eficiente para limitar la transmisión y propagación de las enfermedades microbianas transmitidas por el aire, como la influenza y la tuberculosis.
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