Las causas que haya este incremento de afecciones en otoño son debidas, principalmente, a un descenso de nuestro sistema inmunitario y a un incremento de la virulencia de los patógenos.
Las principales barreras de entrada de sustancias ajenas a nuestro organismo son la piel y principalmente lo que conocemos como mucosas, es decir, la "piel" que recubre la boca, la nariz, la tráquea, los bronquios, el aparato digestivo o la vagina y que producen secreciones como las lágrimas, la saliva o el jugo gástrico que contienen sustancias y células del sistema inmunológico que evitan la invasión de los tejidos internos.
Por ejemplo, cuando hablamos de rinitis debemos saber que es la inflamación de la superficie interna de la nariz. La dermatitis atópica está relacionada muchas veces en personas con asma, rinitis o eczema y es una inflamación de la piel, y el asma es una enfermedad inflamatoria del aparato respiratorio. La bronquitis es una inflamación del recubrimiento de los bronquios, que conectan la tráquea a los pulmones.
Esto es así porque todo está conectado, pues las cavidades nasales se comunican a través del techo de la boca con la faringe, la laringe, la tráquea, los bronquios, el esófago, el estómago, etc..
Muchas de estas inflamaciones, si se vuelven crónicas, constituyen un factor de riesgo para desarrollar otras enfermedades más graves. Por ejemplo, una rinitis alérgica puede ser un factor de riesgo para acabar desarrollando un asma bronquial y por eso es importante un diagnóstico y un tratamiento correctos y tempranos de la rinitis.
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