6 jun 2011

Agua y exposición a tóxicos

Por NÚRIA LLAVINA RUBIO

Un estudio llevado a cabo en 1.300 personas ha concluido que toda la población, sin excepciones, está expuesta de algún modo a los trihalometanos (THM), compuestos químicos volátiles que se generan durante el proceso de potabilización de agua para consumo o para el uso higiénico en piscinas. Estos son subproductos que se forman por la combinación de materia orgánica y derivados halogenados, como cloro y flúor.

La exposición prolongada a estas sustancias es un factor importante de riesgo en el desarrollo de cáncer de vejiga. Si bien hasta ahora una de las principales preocupaciones se centraba en la ingesta del agua como principal vía de contaminación, el trabajo ha vuelto a poner en evidencia que estos tóxicos también se absorben por la piel o se inhalan en baños, duchas o piscinas públicas.

El agua, ¿un peligro para la salud?

"Hay muchos estudios que ya han demostrado la asociación de la exposición a estos tóxicos con el cáncer de vejiga. Ahora buscamos otros efectos sobre la salud, no solo relacionados con el cáncer", afirma a Eroski Consumer Gemma Castaño-Vinyals, del Centro de Investigación en Epidemiología Ambiental (CREAL) y líder del trabajo. La investigación forma parte del proyecto nacional EPICURO, centrado en el cáncer de vejiga y publicado en la revista "BioMed Central".

Beber agua embotellada no evita la contaminación por trihalometanos

Una de las conclusiones principales señala que beber agua embotellada no salva de la contaminación por THM. El estudio indica que las personas con un mayor nivel socioeconómico reducen la exposición al beber a menudo agua de botella, si bien se duchan durante más tiempo, se bañan con más frecuencia y utilizan más las piscinas que las personas con un nivel socioeconómico bajo. Por este motivo, ambas son susceptibles. No obstante, "es muy difícil valorar qué nivel de contaminación puede conllevar un riesgo, ya que hacer la cuantificación de trihalometanos que entran en el organismo es muy complicado", aclara Castaño-Vinyals.

Otros análisis han detectado "un riesgo pequeño de cáncer de vejiga en artículos que evalúan de forma más específica todas las vías de entrada", por lo que el peligro abarca a toda la población. Aunque el cloro se utiliza para desinfectar el agua, ya que destruye las bacterias, no es inofensivo pese a no añadir grandes cantidades. Tampoco es el sistema más efectivo, pero resulta muy económico.

Mayor responsabilidad

Los sistemas naturales del agua cuentan con capacidad autodepurativa para eliminar residuos. El problema estriba en que la producción de contaminantes es enorme y pone a prueba la capacidad de las corrientes de agua para librarse de ellos. Numerosos países cuentan con normas para controlar la calidad del agua, pero otros carecen de una normativa adecuada o no la hacen cumplir. Esto implica que el agua pueda ser el principal vehículo para la transmisión de enfermedades.

En la actualidad, más de 2.300 millones de personas en todo el mundo sufren enfermedades relacionadas con este preciado líquido, a menudo más provocadas por patógenos biológicos que químicos. Los niños menores de cinco años, sobre todo, son los más afectados.

Según la experta del CREAL, los resultados de esta investigación pueden ayudar a entender los patrones de uso del agua y a elaborar pautas para la mejora de la salud pública y para prevenir el cáncer u otras enfermedades. Castaño-Vinyals reclama que el Estado intervenga para evitar "la formación de estos contaminantes, mediante el uso de agua para potabilizar que esté limpia de materia orgánica", ya que en caso contrario se generan los THM.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que un 4% de las enfermedades en todo el mundo podrían prevenirse con la mejora en el abastecimiento del agua y en su saneamiento. La clave, asevera la organización, es el desarrollo de herramientas y procedimientos que mejoren y protejan la calidad del agua potable a través de los planes de seguridad del agua.

Su papel en la salud

Los THM se han asociado con neoplasias de pecho en mujeres, aunque sus causas no están muy bien definidas, y tumores de vejiga, uno de los más comunes entre hombres. Datos epidemiológicos han relacionado en varias ocasiones el cáncer de vejiga con estos subproductos y un estudio de 2007, también realizado por el CREAL, informaba de que a partir de 50 microgramos de THM por litro hay más probabilidad de desarrollar este tumor.

Estos niveles están alejados de los permitidos por la legislación española. No obstante, los autores de este estudio hacen hincapié en que los principales factores de riesgo de cáncer de vejiga son el tabaco y los contactos laborales con agentes químicos. Más allá de patologías oncológicas, los THM también se han asociado con bajo peso al nacer y aborto espontáneo. Otros efectos a corto plazo pueden ser daños en el hígado, los riñones y la glándula tiroides.

Hay varias medidas que pueden aplicarse con objeto de minimizar los riesgos: evitar largas duchas o baños con agua caliente, mantener las ventanas abiertas o usar el ventilador durante la ducha o mientras se lavan los platos o la ropa, comprar agua embotellada de fuentes no cloradas, utilizar sistemas de filtración certificados de uso doméstico o dejar reposar el agua al descubierto antes de beberla.

DESINFECCIÓN ALTERNATIVA

La desinfección es el proceso que se lleva a cabo para eliminar o controlar los microorganismos en el agua que pueden afectar a su calidad. La cloración es uno de los métodos más habituales, pero aumentan los procesos alternativos más amables con el medio ambiente y, a la vez, menos costosos. Algunos se pueden realizar incluso desde casa.

La OMS reconoció en 2001 la tecnología SODIS (desinfección solar del agua) como una opción para la desinfección en el hogar, en el informe "Water for Health: Taking Charge", elaborado con motivo del Día Mundial del Agua de ese año.

Es una solución simple, de bajo costo y sostenible, sobre todo para regiones donde el agua no se somete a controles de calidad adecuados o está contaminada, así como en zonas con un acceso complicado. Se llena el agua contaminada en botellas de plástico transparente de politereftalato de etileno (PET) y se exponen a la luz solar durante seis horas. Gracias a la energía del sol, se destruyen los microorganismos. Cuando la nubosidad es mayor del 50%, es necesario dejarlas durante dos días consecutivos para obtener agua segura para el consumo humano. Como las botellas de PET son de fácil acceso para la población y el agua puede consumirse desde las mismas, el método es muy viable.

Otro método cada vez más utilizado es el tratamiento de desinfección con agua electrolizada, también respetuoso con el medio ambiente. El agua se desinfecta a través de una solución compuesta por agua, sal y electricidad, con un coste de producción muy bajo.

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