Autor: Emilio de Benito
La muerte de Anna DeBord, de 1 año, ha puesto sobre el tapete la gravedad de las llamadas bacterias super-resistentes.
Estos microorganismos, generalmente controlados dentro del ámbito hospitalario, causan en EE.UU. 18.000 fallecimientos al año, más que el sida. Otras 70.000 han sido infectadas, aunque han sanado.
Pero lo preocupante es que ya un 15% de las infecciones ocurre fuera de los centros sanitarios, según un estudio de la revista de la Asociación Médica Americana (JAMA), lo que indica que las bacterias han salido a la calle.
La causa del fallecimiento es el llamado estafilococo áureo resistente a la meticilina. Esta bacteria, conocida por sus siglas en inglés MRSA, se ha convertido en un quebradero de cabeza para los centros hospitalarios.
En España se dan unos 17.000 casos al año, según el estudio Epine (de la Sociedad Española de Medicina Preventiva e Higiene), pero éste sólo tiene en cuenta los datos hospitalarios.
La MRSA es una variante del estafilococo áureo, una bacteria común. La diferencia es que, como ha mutado en centros hospitalarios, lo ha hecho después de ser sometida a altas dosis de antibióticos, por lo que presenta resistencias a la mayoría de ellos.
Los datos son sólo una aproximación. Ni en Estados Unidos ni en España es obligatorio informar a las autoridades sanitarias de los casos de MRSA (en cambio, sí hay que comunicar las paperas, varicela, sífilis, botulismo o legionela, por ejemplo).
Lo normal es que esas infecciones se adquieran en un hospital.
Pero lo grave del caso de Anna es que haya sido fuera.
La MRSA no se transmite por el aire. Hace falta entrar en contacto directo con ella.
Por eso, se atribuye su expansión a la falta de higiene del personal sanitario.
La situación es tan grave que algunos hospitales estadounidenses han empezado a investigar y penalizar al personal que no se lava las manos.
También han tenido que desinfectar colegios y guarderías.
El caso de la MRSA es sólo la situación extrema a la que se puede llegar si se abusa de los antibióticos y, sobre todo, si su consumo no se ajusta a lo recetado.
El Ministerio de Sanidad español acaba de lanzar una campaña contra el mal uso de estos fármacos. Estos medicamentos tienen el riesgo de que crean microorganismos resistentes, sobre todo si la gente interrumpe el tratamiento antes de lo recomendado.
Por eso, se atribuye su expansión a la falta de higiene del personal sanitario.
La situación es tan grave que algunos hospitales estadounidenses han empezado a investigar y penalizar al personal que no se lava las manos.
También han tenido que desinfectar colegios y guarderías.
El caso de la MRSA es sólo la situación extrema a la que se puede llegar si se abusa de los antibióticos y, sobre todo, si su consumo no se ajusta a lo recetado.
El Ministerio de Sanidad español acaba de lanzar una campaña contra el mal uso de estos fármacos. Estos medicamentos tienen el riesgo de que crean microorganismos resistentes, sobre todo si la gente interrumpe el tratamiento antes de lo recomendado.
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