21 jun 2007

TOXICOLOGIA DEL CLORO


El cloro es un gas verdoso, más denso que el aire (2,4) y es muy irritante. Por ser un oxidante enérgico se emplea para desinfectar el agua destruyendo de paso la materia orgánica.


ACCION TOXICA:

El método de cloración es el más utilizado, pero como el cloro reacciona con la materia orgánica en las aguas de desecho y en el agua superficial produce pequeñas cantidades de hidrocarburos cancerígenos. Otros desinfectantes como el ozono, el peróxido de hidrógeno (agua oxigenada) y luz ultravioleta empiezan a ser empleados en algunos lugares, pero son más costosos que el de cloración.

El proceso más utilizado para la desinfección del agua es la cloración porque se puede aplicar a grandes cantidades de agua y es relativamente barato. El cloro proporciona al agua sabor desagradable en concentraciones mayores de 0.2 ppm aunque elimina otros sabores y olores desagradables que le proporcionan diferentes materiales que se encuentran en el agua. Aunque el cloro elemental o en forma atómica se puede usar para la desinfección del agua, son más utilizados algunos de los compuestos de cloro como el ácido hipocloroso, el hipoclorito de sodio, el hipoclorito de calcio y el peróxido de cloro.

Algunas de las reacciones químicas que ocurren entre compuestos de cloro y el agua se representan en las ecuaciones químicas siguientes:


Hidrólisis del cloro: Cl2 + 2 H2O -----> HCl + H3O1+ + Cl1-

Disociación del ácido hipocloroso: HClO + H2O ----> H3O1+ + ClO1-

Acidificación del hipoclorito de sodio: NaClO + H1+ ----> Na1+ + HClO


El cloro puede formar con el amoníaco las cloraminas que también tienen acción desinfectante. El peróxido de cloro también es capaz de oxidar a los fenoles. El cloro tiene una acción tóxica sobre los microorganismos y actúa como oxidante sobre la materia orgánica no degradada y sobre algunos minerales. El cloro no esteriliza porque aunque destruye microorganismos patógenos no lo hace con los saprofitos.

En concentraciones de 4 mg, de cloro por litro de aire el ambiente es irrespirable y con 6 mg/l se llega a la dosis letal. El cloro es 20 veces más tóxico que el ácido clorhídrico gaseoso.

El cloro a pesar de prestar un invaluable servicio en el control de las enfermedades destruyendo gérmenes patógenos, se le ha tildado como “El más grande asesino jamás conocido” y no sin que medie motivo.

El Dr. Joseph M. Price del Hospital General Saginaw de Michigan, afirma que el cloro es el más grande asesino de los tiempos modernos a pesar de que muchos investigadores lo consideran
seguro, pero recientes investigaciones nos indican que si bien ayuda a prevenir epidemias, en cambio causa otros problemas.

El Dr. Herbert Schwartz de la Universidad de Cumberland en Vineland N.J. afirma que “poner cloro en el agua es como detonar una bomba de tiempo, el cáncer, los problemas cardíacos y condiciones de envejecimiento físico son el resultado atribuible a la desinfección del agua con cloro. Nos estamos haciendo viejos antes de tiempo a base de generar síntomas de envejecimiento tales como el endurecimiento de las arterías.”

El Dr. Miem Bler investigador biofísico del Hospital de Veteranos de Tucson, Arizona, afirma que para realizar sus observaciones dio cloro en soluciones muy diluidas a perros y el resultado fue que las reacciones inmunológicas se vieron prácticamente interrumpidas y una de las consecuencias fue la imposibilidad de practicar transplantes debido al rechazo de los órganos transplantados. El problema del cloro es similar al de la contaminación del aire. El cloro es un agente oxidante similar a los óxidos de nitrógeno venenosos que se encuentran en la atmósfera.

El uso del cloro se inició a comienzos del presente siglo con la potabilización del agua. Hasta aquella época, los ataques cardíacos no formaban parte de las estadísticas, estos comenzaron a tener significado en los años posteriores a 1930. Si consideramos que los síntomas de la arteriosclerosis toman de 10 a 20 años en presentarse, resulta evidente que existe una correlación entre la introducción del cloro como elemento bactericida y los ataques cardíacos.

A la luz de ésta teoría podemos comprender porque en el siglo pasado los ataques cardíacos casi no se presentaban a pesar del consumo de dietas ricas en grasas.

Podemos también comprender porque los esquimales son prácticamente inmunes a dichos ataques y a otras manifestaciones de arteriosclerosis a pesar de consumir dietas muy ricas en grasas animales. Los esquimales consumen grandes cantidades de grasas pero el agua proviene de la fusión de la nieve.

En estudios realizados en la tribu Masai de Kenya no se han registrado afecciones cardíacas a pesar de que ellos ingieren tanto colesterol como se lo hace en muchos países desarrollados, la diferencia está en que el agua no se cloroniza.

En el artículo en el Journal of the American Medical Association se indicaba que realizadas las autopsias en los soldados caídos durante la guerra de Corea y cuya edad promedio era de 22,1 años, se encontró que en más del 75% había firme evidencia de arteriosclerosis coronaria. La razón aparente parecía ser que el agua que bebían los soldados tenía un contenido excesivo de cloro.

PRUEBA EXPERIMENTAL DE LA TEORIA DEL CLORO

No se ha detectado arteriosclerosis significativa en animales salvajes, cosa similar se puede decir del hombre primitivo o de aquel que aún en nuestros días vive una vida sencilla en comunión con la naturaleza.

El pollo constituye una especie experimental excelente para probar los efectos del cloro en el agua. A tal punto que ha sido ampliamente aceptado como el mejor de los animales para investigación de la arteriosclerosis, mediante procedimientos especialmente diseñados para servir de ayuda en el análisis de la patogenésis y/o valores terapéuticos de diferentes sustancias.

EXPERIMENTO:

Se tomó una muestra de 100 pollos de 100 días y se la dividió en dos grupos de 50 cada uno a fin de demostrar que el cloro es el principal causante de la arteriosclerosis, aunque no necesariamente la única. Se instalaron los dos grupos y se les proporcionó la misma alimentación. La única variable fue el agua. El grupo experimental tomaba agua con cloro y el grupo de control agua sin éste elemento.


El resultado fue poco menos que espectacular, en el lapso de tres semanas se pudieron observar claras diferencias tanto en el comportamiento como en apariencia.


Las aves del grupo que ingirió agua con cloro permanecían tristes y escondidas en los rincones con manifestaciones de frío, las plumas las tenían desordenadas y sucias, las crestas caídas, esta apariencia sugiere síntomas de obstrucción de la microcirculación, cuando al cabo de cuatro meses habían muerto, la apariencia de las aortas fue no menos sensacional, estas fueron cuidadosamente examinadas observándose que más del 95% del grupo experimental presentaba un fuerte engrosamiento arteriosclerótico de coloración amarillenta. La relación de muerte espontánea de estas aves fue extremadamente alta, en cambio el grupo de control que no ingirió agua con cloro constituyó un epítome de buena salud.

A pesar de que estos resultados fueron aparentemente concluyentes se repitió el procedimiento, dividiendo en dos el grupo de pollos sanos de 25 cada uno. Una vez más las aves que ingirieron cloro presentaron los mismos sintamos de arteriosclerosis después de igual periodo de tiempo.

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