Fuente: ABC.es (21-10-08)
Autor: L. M. DEL BARRIO
Y, sin ser tan acusado su proceso de deterioro, lo mismo pasa con los puerros, cuya vida se reduce aproximadamente desde los 26 a los 18 días; con la coliflor, de 11 a 3, y con el brócoli, que pasa de 14 días a 11. Y todo ello por no mantener dichas verduras a oscuras, según se desprende de estudios científicos realizados en la Universidad de La Rioja.
El último de estos trabajos, publicado en la revista «Journal of the Science of Food and Agriculture» y recogido ayer por el Servicio de Información y Noticias Científicas (SINC), desvela que la luz activa la apertura de los estomas (es decir, los poros por donde se produce el intercambio gaseoso en las plantas), lo que a su vez provoca un aumento de las tasas fotosintética y respiratoria.
Densidad estomática
En el caso ya señalado de la acelga, los científicos sostienen que el hecho de que su vida se acorte de manera tan destacada se debe a una sencilla razón: sus partes verdes presentan mucha densidad estomática. En consecuencia, ello propicia un mayor intercambio de oxígeno y dióxido de carbono, así como una considerable pérdida de agua que, finalmente, favorece la deshidratación de la acelga.
Además, tres cuartos de lo mismo ocurre con la inmensa mayoría de los vegetales frescos o casi frescos, de quienes los científicos dicen que «no suelen sobrepasar las dos semanas de vida útil en las estanterías».
¿Por qué?
De nuevo, alegan la misma respuesta: la luz cambia el comportamiento de esas plantas y favorece su degradación, al acelerarse su respiración y transpiración.
Por tanto, lo ideal sería mantener los vegetales en frío y a oscuras, según explicó a SINC Susana Sanz, de la Universidad de la Rioja. En su opinión, «estamos acostumbrados a los «films» transparentes porque queda muy bonito que el producto se vea, pero tenemos que evolucionar hacia «films» tintados».
Autor: L. M. DEL BARRIO
Y, sin ser tan acusado su proceso de deterioro, lo mismo pasa con los puerros, cuya vida se reduce aproximadamente desde los 26 a los 18 días; con la coliflor, de 11 a 3, y con el brócoli, que pasa de 14 días a 11. Y todo ello por no mantener dichas verduras a oscuras, según se desprende de estudios científicos realizados en la Universidad de La Rioja.
El último de estos trabajos, publicado en la revista «Journal of the Science of Food and Agriculture» y recogido ayer por el Servicio de Información y Noticias Científicas (SINC), desvela que la luz activa la apertura de los estomas (es decir, los poros por donde se produce el intercambio gaseoso en las plantas), lo que a su vez provoca un aumento de las tasas fotosintética y respiratoria.
Densidad estomática
En el caso ya señalado de la acelga, los científicos sostienen que el hecho de que su vida se acorte de manera tan destacada se debe a una sencilla razón: sus partes verdes presentan mucha densidad estomática. En consecuencia, ello propicia un mayor intercambio de oxígeno y dióxido de carbono, así como una considerable pérdida de agua que, finalmente, favorece la deshidratación de la acelga.
Además, tres cuartos de lo mismo ocurre con la inmensa mayoría de los vegetales frescos o casi frescos, de quienes los científicos dicen que «no suelen sobrepasar las dos semanas de vida útil en las estanterías».
¿Por qué?
De nuevo, alegan la misma respuesta: la luz cambia el comportamiento de esas plantas y favorece su degradación, al acelerarse su respiración y transpiración.
Por tanto, lo ideal sería mantener los vegetales en frío y a oscuras, según explicó a SINC Susana Sanz, de la Universidad de la Rioja. En su opinión, «estamos acostumbrados a los «films» transparentes porque queda muy bonito que el producto se vea, pero tenemos que evolucionar hacia «films» tintados».
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