31 may 2008

La obesidad y la diabetes elevan la demanda de edulcorantes alternativos al azúcar

Los pacientes cardiovasculares o diabéticos deben restringir el uso de edulcorantes calóricos, como el azúcar o la miel

Fuente: consumer.es (9 de mayo de 2008)

La demanda de
edulcorantes alternativos al azúcar está creciendo a un ritmo del 8,3% anual, y el mercado muestra cada vez mayor interés por los de origen natural frente a los sintéticos. Ésta es la conclusión de un estudio realizado por investigadores de la Universidad Miguel Hernández (UMH) de Elche, en Alicante, informa la Plataforma SINC.

Según Vicente Micol, del Instituto de Biología Molecular y Celular de la UMH, el auge de este tipo de productos se debe a la preocupación actual por el denominado síndrome metabólico y todas las enfermedades relacionadas, como la
obesidad, la diabetes, la hipertensión o la hipercolesterolemia.

El estudio indica que entre el 20% y el 30% de la población de los países desarrollados padece el síndrome metabólico. En las personas que lo sufren se unen varias patologías o factores de riesgo, de tal forma que tienen más posibilidad de padecer una enfermedad cardiovascular o diabetes. Estos pacientes deben restringir el uso de edulcorantes calóricos, como el azúcar o la miel, y sustituirlos por otros no calóricos.

De origen natural

La investigación pone de relieve el aumento en el mercado de los edulcorantes no calóricos de origen natural, en especial los de bajo índice glicémico y los alcoholes polihídricos. Los primeros, como la isomaltulosa, la tagatosa o la sucralosa, ayudan a controlar los niveles de glucosa en la sangre tras la ingesta de un alimento. Para obtener estos productos se utilizan biomoléculas azucaradas de origen vegetal a través de fermentaciones, por hidrólisis, o bien mediante sencillas modificaciones químicas.

Respecto a los alcoholes polihídricos, como el xilitol o el lactitol, además de ser naturales, presentan la ventaja añadida de ser "excelentes agentes anticaries", explica Micol. En el campo de los
alimentos funcionales, "y aunque todavía no se han aprobado en Europa", añade el bioquímico, también están creciendo edulcorantes como el esteviósido.

En cualquier caso, la presencia en el mercado de los clásicos edulcorantes sintéticos, como la
sacarina, el ciclamato y el aspartamo, sigue siendo muy alta debido, sobre todo, a su bajo precio y a la dificultad de sustituirlos fácilmente en muchos alimentos. Aun así, "están experimentando un importante receso en su crecimiento a favor de los nuevos edulcorantes naturales, cuya seguridad para la salud no está tan cuestionada", apunta Micol. Y es que durante los últimos años, diversos ensayos clínicos en animales han relacionado algunos edulcorantes sintéticos con posibles efectos cancerígenos.

Por este motivo, la sacarina ha estado prohibida durante décadas en Canadá, así como el ciclamato en Estados Unidos, y el aspartamo está
contraindicado en algunas personas, como aquellas que padecen un desorden del metabolismo conocido como fenilcetonuria o PKU.

Micol aclara, sin embargo, que la posible toxicidad y carcinogenicidad de los edulcorantes sintéticos "todavía no ha podido ser sólidamente demostrada después de decenas de años de investigación".


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29 may 2008

Comer con miedo

Fuente: http://www.madrimasd.org/ (15 de mayo de 2008)

Hidrocarburos en aceite de girasol ucraniano, dioxinas en mozzarella italiana, productos alimenticios chinos con irregularidades en el etiquetado y en las condiciones higiénico-sanitarias, aceite de oliva adulterado italiano o anisakis en pescado son algunas de las últimas amenazas de la dieta de los europeos.

Si atendemos a las últimas noticias sobre seguridad de los alimentos, veremos cómo se mantiene la línea anunciada por la Organización Mundial de la Salud (OMS), cuando en el verano de 2007 advertía del alcance mundial de los problemas de contaminación en alimentos.

Entonces, la organización internacional sanitaria confirmaba que cada mes puede llegar a recibir un total de 200 informes de productos alimentarios en mal estado. En esta dirección parecen ir los últimos incidentes confirmados en el ámbito comunitario, que vulneran la salud de los consumidores si no se toman las medidas adecuadas.

Del aceite, al queso y demás

Los efectos del último de ellos todavía se dejan ver en las decisiones de las autoridades sanitarias españolas.

La detección de hidrocarburos, un grupo de más de 100 sustancias de las cuales un pequeño grupo son cancerígenas, en aceite de girasol procedente de Ucrania movilizaba hace tan sólo una semana los responsables sanitarios europeos.

No sólo se han retirado las partidas de aceite de girasol procedente de este país, sino que la misma Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (
EFSA, en sus siglas inglesas) recomienda que los países afectados (España, Francia, Italia, Reino Unido y Holanda) retiren también los productos que hayan sido fabricados en más de un 10% con este aceite.

La medida afectaría pues a productos como la mayonesa, las conservas o la bollería industrial.

Si queremos comer queso, deberemos vigilar con la mozzarella procedente de tierras italianas, concretamente de la zona de la Campania. La alerta llegaba el pasado mes de marzo, cuando se confirmaba la presencia de dioxinas, sustancias potencialmente cancerígenas producto de la combustión de algunos materiales, en queso mozzarella fabricado con leche de búfala.

Según los resultados de las investigaciones, estas sustancias habrían llegado al alimento a través del forraje o de la basura acumulada en la región de Nápoles tras ser quemada. Lejos de las fronteras europeas, pero no por ello con menos repercusión en el campo de la seguridad alimentario fue la detección, a principios de 2008, de mercurio en sushi (pescado crudo) comercializado en locales de Nueva York.

Entonces, el riesgo se centró en locales de la ciudad, donde el sushi que servían excedía los límites máximos exigidos por ley.

Más amenazas: acrilamida en alimentos ricos en carbohidratos sometidos a altas temperaturas; micotoxinas en cereales que pueden tener riesgos en la salud humana; anisakis en pescado, un parásito habitual en este alimento; virus entéricos en moluscos bivalvos o formación de aminas biogénicas.

Muchas de estas amenazas han puesto en tela de juicio algunas de las actuaciones en materia de producción alimentaria, y han obligado a que las autoridades sanitarias tomaran cartas en el asunto, no sólo para reducir el riesgo real, sino también para ganar la cada vez más comprometida confianza del consumidor.

Una labor que lleva implícito un gran esfuerzo de todos los implicados, desde autoridades internacionales y nacionales hasta productores.

Amenazas latentes

En ello aún se trabaja en el sector cárnico, concretamente para restablecer lo perdido en la crisis de las vacas locas, que se traducía en sus inicios (por el año 2001) en un brusco descenso del consumo.

Recuperada la confianza, la crisis vuelve a tambalearse con el anuncio, en España, de dos casos de la enfermedad de Creutzfeldt-Jakob, la variante humana del mal de las vacas locas, registrados en diciembre de 2007 y febrero de 2008 en Castilla y León. No cabe duda de que se trata de dos muertes relacionadas con la crisis iniciada hace más de ocho años. Y si en el ámbito de la sanidad animal nos movemos, no debemos pasar por alto la amenaza que de nuevo significa la lengua azul, cuyo vector transmisor acaba de reaparecer en zonas consideradas ya como «estacionalmente libres» en el territorio nacional.

Desde el pasado mes de abril y hasta diciembre de 2008 están vigentes en la UE, a expensas del Comité Permanente de la Cadena Alimentaria, condiciones que obligan a vacunar los animales que se trasladan de zonas restringidas a otras áreas consideradas «libres de lengua azul». De no ser así, deberá garantizarse de que están inmunizados naturalmente. Sea de donde sea que procede el problema,
lo que está claro es que el riesgo cero en alimentación es casi una utopía, uno de los ideales para los responsables de este sector y una garantía fuertemente perseguida por los consumidores.

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26 may 2008

La cáscara de los cítricos en la cocina

Su uso como ingrediente es muy habitual, ya que ofrece múltiples sensaciones tanto en el ámbito gustativo como aromático

Fuente: consumer.es (7 de mayo de 2008)

La cáscara de los cítricos que suelen llevarse a la cocina procede de diferentes variedades, como limones, naranjas, pomelos, limas y mandarinas. Para su utilización hemos de lavar muy bien la fruta y con ayuda de un rallador haremos finas virutas de la zona exterior de la cáscara. Desecharemos la parte blanquecina del interior para evitar que transmita cierto sabor amargo que estropea las preparaciones culinarias.

Preparar las cáscaras

Las ralladuras de cítricos pueden usarse frescas o desecadas

Estas virutas podemos utilizarlas en fresco, es decir, recién ralladas, o desecarlas y utilizarlas después. Si son frescas su aroma será más nítido y fresco. En cambio, si se desecan perderán un poco el toque cítrico de frescor. Para desecar las ralladuras las pondremos sobre un plato y las dejaremos al sol. Las removeremos de vez en cuando mientras esperamos a que se sequen durante unas diez horas.

También podemos desecar las raspaduras en el horno a 50º C durante seis horas, removiéndolas de vez en cuando y vigilando que no se peguen ni se tuesten. Una vez desecadas se pueden conservar en botes cerrados como si fuesen una especia o una hierba aromática más.

En multitud de platos

Las posibles aplicaciones de las cáscaras cítricas son diversas. Pueden servir para aromatizar salsas, como vinagretas, condimentar ensaladas, dar aroma a aceites o a preparados de repostería, entre otros usos. También se pueden utilizar como si fuesen una especia más y rallarlas por encima de un pescado o marisco que se esté cocinando al horno o en la plancha.

Pueden utilizarse además en platos con carne, bien asados, a la plancha o en un guiso, para aves, ragouts y marinados. Asimismo, podemos aromatizar aceites que posteriormente utilizaremos en guisos, vinagretas o salteados. Para ello añadiremos ralladura del cítrico elegido a un bote con el aceite de oliva suave o con aceite de girasol y dejaremos reposar tres días en un lugar oscuro y a temperatura ambiente. De este modo el aceite se impregnará del olor y sabor de los cítricos.

Otro elemento de la cocina que se suele aromatizar con cáscara de cítricos es el azúcar. Para conseguirlo, dejaremos el azúcar junto con la piel del cítrico escogido durante 3 días en un bote cerrado herméticamente. En este caso, en vez de utilizar la ralladura de cítrico es mejor utilizar un trozo entero de cáscara. De esta manera, se extrae fácilmente y no impregna en exceso el azúcar de aroma y sabor.

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23 may 2008

Comer con seguridad en la oficina

Elaborar platos para consumirlos al cabo de unas horas entraña riesgos que se pueden evitar con las medidas higiénicas adecuadas

El ritmo de vida actual exige a menudo «picar algo» a mediodía para seguir con la jornada laboral. Hay personas que disponen de un rato para tomar una comida más o menos rápida e informal y quienes prefieren llevar su propio tentempié preparado desde la mañana, o incluso con mayor antelación. Esta práctica tan habitual implica un riesgo que se puede reducir si se mantiene una adecuada temperatura desde que se elaboran los alimentos hasta que se consumen.

Fuente: consumer.es (8 de mayo de 2008)
Autor: Por MAITE PELAYO

Optar por este tipo de comida ligera, bien sea para decidir el propio menú, economizar el tiempo del mediodía y realizar otras actividades o, simplemente, porque también supone un ahorro en la economía doméstica, implica un riesgo que se puede evitar si se siguen determinadas pautas de manipulación y elaboración.

Una de ellas se refiere al momento anterior a la manipulación de los alimentos, para lo cual deberemos lavarnos las manos y utilizar siempre utensilios limpios. Estas dos medidas tan básicas impiden que los alimentos entren en contacto con superficies que no hayan sido higienizadas previamente. Además, es imprescindible cambiar o limpiar en profundidad los utensilios para cada tipo de alimento o para el mismo crudo y cocinado. De esta forma se evitan las contaminaciones cruzadas.

Platos fríos, calientes y ensaladas

Alargar el consumo de alimentos preparados más de 48 horas dispara el riesgo de toxiinfección alimentaria

Si el menú personalizado del día ha de consumirse frío, debe introducirse la ración en un recipiente limpio, cerrado herméticamente y conservado en el frigorífico si lo preparamos con antelación. En estos casos, debe sacarse justo antes de salir de casa y transportarlo en una bolsa isotérmica con un acumulador de frío, para refrigerarlo de nuevo en el momento de llegar en el centro de trabajo. Si esto no es posible hay que asegurarse de que el acumulador de frío mantendrá una temperatura de refrigeración hasta su consumo.

Cuando se trate de ensaladas, antes deben lavarse las verduras y hortalizas para trocearlas y luego seleccionar los demás ingredientes, como atún en conserva, jamón cocido o queso. Todos estos productos se mantendrán separados hasta el momento exacto en el que se vayan a consumir.

Por el contrario, si optamos por preparaciones calientes, éstas deben dejarse enfriar previamente a temperatura ambiente, no más de una hora. En ningún caso se pueden meter calientes en la nevera. Cuando se hayan enfriado estas comidas, se tapan herméticamente y se guardan refrigeradas. El transporte debe hacerse en una bolsa isotérmica con acumulador de frío. Para consumirlas se pueden calentar incluso una hora antes, a más de 70º C. Comprobar este punto es especialmente importante si lo hacemos en un microondas, ya que este electrodoméstico genera zonas frías con calentamiento muy desigual. Para platos cocidos de consumo frío, como carnes frías o empanadas, el procedimiento es el mismo aunque sin el último paso.

Con mayor riesgo

Son especialmente susceptibles a contaminaciones las elaboraciones a base de huevo, sobre todo si está crudo (sin tratamiento térmico), como la mayonesa.

Si finalmente se decide usar este alimento, para una tortilla, por ejemplo, deben extremarse las precauciones de higiene y cocinar el plato a fondo, con cuidado de que cuaje completamente el huevo. Es recomendable optar por una mayonesa o la salsa comercial de ración en sobrecitos fáciles de añadir al plato, por ejemplo, con una ensaladilla rusa.

Algunas preparaciones como sopas o purés pueden transportarse calientes en termos, siempre y cuando se les asegure una temperatura superior a 65º C hasta el momento de su consumo, que deberá realizarse en pocas horas tras su elaboración.

Hay alimentos más susceptibles de causar toxiinfección y otros, en cambio, que son más seguros. Elegir productos estables e higienizados es lo más recomendable, como quesos curados en lugar de frescos, postres o lácteos industriales frente a los caseros, o filete frente a tortilla.

LISTO PARA COMER


Comer de manera informal no tiene por qué ser sinónimo de alimentarse mal. Podemos planificar nuestras comidas invirtiendo un día a cocinar y congelando los diferentes preparados por raciones etiquetadas que iremos alternando y descongelando la víspera en la nevera. De esta manera equilibraremos el menú sin arriesgar la seguridad de nuestra alimentación. No obstante, es necesario tener en cuenta que nunca deben reutilizarse ni congelarse las posibles sobras de las preparaciones caseras consumidas fuera de nuestro hogar.

Otra opción para comer en el trabajo es aprovechar la gran variedad de productos ya preparados y cocinados listos para consumir, siempre respetando las instrucciones tanto de conservación como de consumo del fabricante.

El grado de seguridad de los alimentos que elaboramos y consumimos dependerá de todas y cada una de las etapas del proceso, desde la compra de la materia prima hasta su consumo, pasando por el transporte, la conservación, la manipulación y el cocinado de los productos. Deberemos evitar en todo momento mantenerlos a temperaturas templadas durante tiempos prolongados ya que estos son los dos principales factores que provocan que los microorganismos, origen de toxiinfecciones alimentarias, se multipliquen peligrosamente.

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16 may 2008

Si no implica un riesgo para la salud, ¿por qué dicen que no hay que consumirlo?”

CRITICAN QUE SANIDAD NO LES HABÍA INFORMADO

Fuente: EFE (25/04/2008)
Autor: AMANDA FIGUERAS

MADRID.- La Federación de Consumidores en Acción (Facua) ha mostrado su sorpresa ante la recomendación de Sanidad de no consumir aceite de girasol tras detectarse una contaminación con aceites minerales en unas partidas procedentes de Ucrania, porque la alerta no parece justificada si, como dice el Ministerio, "no hay riesgo para la salud".

"Nosotros apoyamos la recomendación de Sanidad, pero nos parece muy contradictorio que decidan pedir que no se consuma uno de los productos que más se usan en España mientras luego no dicen que hacerlo podría tener consecuencias negativas", afirmaba su portavoz, Rubén Sánchez. "Nunca debe ocultarse la necesidad de no consumir un producto, pero si hay riesgos para la salud, aunque se leve, deben decirlo", añadió.

Facua criticó además que las autoridades sanitarias se hayan olvidado una vez más de las asociaciones que representan a los consumidores ya que, según Sánchez, no les han informado acerca de esta alerta de consumo. "Es una falta de respeto. Deberían haber convocado una reunión para darnos información en detalle, pero ni siquiera nos ha llegado el comunicado de prensa".

La Federación ha exigido al Ministerio que les convoque lo antes posible a un encuentro para poder trasladar esos datos a los consumidores.

En España se consumen 310.000 toneladas de aceite de girasol al año, lo que representa el 34% del consumo total de aceites, según datos de la Asociación Nacional de Industriales Envasadores y Refinadores de Aceites Comestibles.

Por su parte, la portavoz de la Confederación Española de Organizaciones de Amas de Casa, Consumidores y Usuarios (CEACCU), Yolanda Quintana, dijo que "es necesario que se retire este aceite del mercado, ya que puede haber muchos consumidores que no tengan conocimiento de la alerta y que compren este producto el fin de semana".

El responsable de la Confederación de Consumidores y Usuarios (CECU), Antonio López, señaló que "se deben paralizar las ventas de este alimento hasta que no se sepa con certeza el peligro que conlleva su consumo", según informa EFE.

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12 may 2008

Alimentos seguros

La calidad y seguridad de un alimento depende de que se apliquen las medidas de control necesarias desde el origen de la materia hasta que llega al plato

Antes de que un alimento llegue al consumidor debe pasar por numerosas fases.

En todo este proceso, y especialmente el que hace referencia al transporte, juegan un papel fundamental los proveedores, particularmente los que suministran materias primas e ingredientes alimentarios. La importancia reside en que de ellos dependerá, en buena medida, el nivel de seguridad alimentaria y calidad que pueda ofrecerse a los consumidores.

Fuente: consumr.es
Por MAITE PELAYO (24 de abril de 2008)

Para asegurar que los productos alimenticios que se suministran han sido elaborados en unas condiciones higiénico-sanitarias adecuadas, los proveedores deben garantizar que cumplen con los requisitos regulados en su normativa específica: disponer del correspondiente número del Registro General Sanitario de Alimento (RGSA) o autorización autonómica o local y aplicar el sistema de Análisis de Peligros y Puntos de Control Críticos (APPCC).

Riesgos, los primeros de la lista

La posible presencia de microorganismos en la materia prima suministrada, bien contaminada en origen o a través de manipuladores o superficies, un tratamiento higienizante deficiente o el crecimiento bacteriano por una conservación inadecuada, son algunos de los peligros a los que debemos hacer frente. También la presencia de otros organismos, como parásitos (triquina o anisakis) pueden contaminar la materia prima.

Los contaminantes físicos pueden ser perdigones, restos de embalajes o cristales, sustancias que pueden poner en peligro la seguridad del consumidor. Por último, los productos químicos como pesticidas, restos de antibióticos o tratamientos hormonales representan también un peligro y, al igual que los anteriores, deben prevenirse y controlarse.

Garantías de seguridad

El control debe basarse en los principios del sistema APPCC. Por un lado deben solicitarse y guardarse las especificaciones de las materias primas de manera que garanticen tanto el origen de los productos como de los envases y embalajes.



Estas especificaciones son documentos en los que se detallan todos y cada uno de los factores que se consideren importantes para juzgar su calidad y seguridad, como la descripción de las instalaciones de producción, del alimento y su utilidad; su lista de ingredientes; tipo de envasado, cantidad y etiquetado, reglamentaciones específicas, condiciones de almacenamiento y distribución, instrucciones de uso y manipulación, sus características físico-químicas y microbiológicas, así como los planes de muestreo, análisis y límites de tolerancia.

Los certificados de análisis realizados por laboratorios homologados, así como la realización de auditorias, serán también garantía de calidad. Tener en todo momento estos documentos a disposición de las autoridades sanitarias. Es importante también que las facturas recojan el máximo de información sobre la mercancía: fecha de adquisición, cantidad, precio, empresa suministradora o lote).


Por otro lado, deben registrarse las posibles irregularidades.


Resultará de gran utilidad una hoja de registro de vigilancia que compruebe parámetros de calidad específicos de cada alimento a su llegada al establecimiento, como el aspecto visual, la integridad del envase, las fechas de caducidad, la temperatura de recepción u cualquier otro dato que resulte de interés. A su vez es imprescindible controlar los alimentos en el momento de su recepción. Al aceptarse un suministro, se asume la responsabilidad, al menos en parte, de todos aquellos que lo manipularon anteriormente. Por este motivo, el control debe realizarse en el mismo momento de recibir el producto, para así poder rechazarlo en caso de no ser correcto. Además, se deberán realizar controles rutinarios periódicos sobre las materias primas e ingredientes. Determinados alimentos deberán ser controlados más frecuentemente que otros, dependiendo del grado de riesgo que comporte.

La importancia del transporte

Una etapa muy relacionada con la de los proveedores es el transporte de los productos suministrados. Ciertos alimentos, por su naturaleza, necesitan una temperatura determinada durante su transporte, así como una adecuada estiba durante el mismo. Tanto si el transporte lo realiza el proveedor como si corre por cuenta del establecimiento que lo adquiere, se deberá asegurar que las materias primas lleguen a su destino en unas condiciones óptimas para su utilización. De nada sirve cuidar la seguridad y la calidad de la materia prima en su origen si el transporte no resulta el adecuado para mantenerla. Un alimento seguro puede dejar de serlo si el transporte no se realiza correctamente.

Cada alimento necesitará unas condiciones de transporte que deben observarse minuciosamente.

Los principales factores a tener en cuenta son, sin duda, el tiempo transcurrido desde que el alimento sale de su centro de producción u origen hasta la llegada a destino (cuanto más breve, mejor) y, muy especialmente, la temperatura. Los peligros a los que podemos estar sometidos son principalmente contaminación de cualquier naturaleza y desarrollo de microorganismos.

UN VIAJE SEGURO

El Acuerdo sobre el Transporte Internacional de Mercancías Perecederas y sobre vehículos especiales utilizados en estos transportes (ATP), aprobado en 1970 y al que España se adhirió en 1972, establece las normas que garantizan el transporte internacional de alimentos en condiciones óptimas para su consumo.

Desde su aprobación ha servido como referencia para el desarrollo posterior de la legislación del transporte de mercancías perecederas tanto internacional como nacional. En España existe una Reglamentación Técnico-Sanitaria sobre Condiciones Generales de Transporte Terrestre de Alimentos y Productos Alimentarios a Temperatura Regulada (Real Decreto 2483/1986, de 14 de noviembre), además de las especificaciones técnicas de los vehículos y las relativas al transporte de determinados alimentos, que junto con las Reglamentaciones Comunitarias regulan detalladamente esta materia.

PUNTOS CLAVE

Un transporte seguro implica que los alimentos se mantengan a bajas temperaturas, como es el caso de productos frescos como carnes, pescados y productos congelados deben transportarse en vehículos especiales que aseguren que no se rompe la cadena del frío. Debe controlarse la temperatura a través del termómetro o termógrafo, instalado en el receptáculo del vehículo. Todo vehículo debe llevar el «Certificado de Autorización para los Vehículos que transporten alguna mercancía perecedera», expedido según el Acuerdo sobre el Transporte Internacional de Mercancías Perecederas y sobre vehículos especiales utilizados en estos transportes (ATP).

Otro punto a tener en cuenta es verificar la protección de los alimentos, dado que deben ser transportados de manera que queden protegidos de la intemperie.


Otro punto a tener en cuenta son la limpieza y desinfección de los receptáculos o contenedores; disponer de espacio suficiente para transportarlos con holgura evitando aplastamientos y golpes y desde luego, cualquier tipo de contacto que pueda generar una contaminación. Asimismo, debe solicitarse el plan de limpieza y desinfección de los vehículos, incluido dentro del plan higiénico-sanitario, así como las prácticas correctas de manipulación e higiene del personal.

Por último, es necesario registrar en una hoja de control y siguiendo los principios del APPCC, las temperaturas del transporte, el número de autorización del vehículo para transportar productos perecederos, el grado de limpieza e higiene del vehículo, así como cualquier incidencia o irregularidad encontrada.


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1 may 2008

La ley obliga a los restaurantes de comida rápida de Nueva York a especificar sus calorías

COMIDA RAPIDA EL SECTOR PRETENDÍA SUSPENDER LA MEDIDA

Los establecimientos pretendían demorar el cumplimiento de la norma

Varios restaurantes apelaron a la Justicia estadounidense

Un tribunal de Manhattan ha rechazado su petición y les insta a cumplir el reglamento

AFP REUTERS (30/04/2008)

NUEVA YORK.- Los restaurantes de comida rápida de Nueva York deben mostrar las calorías que contienen cada uno de sus productos.

Así lo establece una legislación que ha entrado en vigor en abril y que el sector de la hostelería pretendía suspender.

La corte de apelación del distrito sur de Manhattan no ha fallado a favor de la Unión de Restaurantes del Estado de Nueva York, sino del Departamento de Salud Pública.

Todas las cadenas de hostelería con más de 15 establecimientos, como Domino's Pizza o TGI Friday's, tienen la obligación de informar sobre las calorías. Deberán hacerlo en sus cartas de menú y al mismo tamaño de letra con el que aparecen los precios y los nombres de sus platos.

Aunque compañías como Starbuck's ya han comenzado a aplicarlo, McDonald's y Dunkin'Donuts se encuentran entre las más reticentes. Y, a pesar de que han logrado la suspensión del texto legal, los jueces han decidido que no se empezará a multar hasta el próximo 18 de julio.

Jueces con distintas opiniones

Los tres jueces presentes en la sala del tribunal presentaron distintos puntos de vista.

Uno de ellos, Rosemary Pooler, restaba importancia a la medida: "No veo la eficacia de indicar la cantidad de calorías presentes en un los menús de los restaurantes [...] Las personas siguen fumando a pesar de las advertencias sobre su riesgo que se pueden ver en las cajetillas".

Otro de los jueces, Chester Straub, se mostró especialmente conciliador con los restaurantes.
"Habéis esperado años y considero que un paquete de patatas fritas de más o de menos no va a marcar la diferencia", argumentó al abogado de la ciudad de Nueva York, Fay Ng.

Una afirmación a la que se ha opuesto este letrado: "Su señoría, unas calorías de menos cada día sí marcan la diferencia. Todos los meses, se sirven en Nueva York 10 millones de comidas. Es una importante decisión de salud pública".

En 2007, las grandes cadenas de restauración sirvieron más de un tercio de todas las comidas de Nueva York. Como media, un menú servido en un local de 'fast food' excede en 300 calorías, o incluso el doble, la cifra máxima recomendable de 750 calorías por plato.

El seis de junio las partes implicadas en este proceso volverán a verse las caras. En esa ocasión, la asociación de restaurantes pedirá que se rechace la norma.


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