26 feb 2011

La Amenaza Oculta de los Productos Bactericidas

Matar microbios es hoy una obsesión para mucha gente. Dos compuestos antimicrobianos llamados triclosán y triclocarbán son en los últimos tiempos las armas más habituales que usamos en nuestra guerra de desgaste contra el bando microbiano. Ambas sustancias químicas son ingredientes de una amplia gama de productos de limpieza como por ejemplo jabones bactericidas, y el triclosán también está presente en enseres cotidianos que van desde plásticos hasta prendas de vestir. El tema del que tratamos en este artículo es delicado, como cabe esperar de toda confrontación, real o aparente, entre riesgos para la salud e intereses comerciales.

Fuente: .amazings.com (25-12-2010)

Sobre el tapete, dos preguntas incómodas: ¿Son estas sustancias antimicrobianas, muy usadas por mucha gente, realmente seguras para la salud humana y para el medio ambiente? Y, una pregunta mucho más simple: ¿De verdad cumplen su función bactericida tan bien como se anuncia? Según el profesor Rolf Halden, del Instituto de Biodiseño de la Universidad Estatal de Arizona, la respuesta a ambas preguntas es un rotundo No"

Halden, biólogo e ingeniero, está interesado en los productos.químicos destinados al uso doméstico. Él procura rastrear la dispersión de estas sustancias por el entorno y averiguar su efecto en el medio ambiente, el efecto que tienen en nosotros, y la mejor forma de utilizarlas.

El triclosán, un conocido agente antimicrobiano, fue patentado en 1964, y se comenzó a usar en entornos clínicos, donde demostró ser un potente bactericida, muy útil antes de llevar a cabo operaciones quirúrgicas. Desde entonces, se ha instaurado la idea entre los consumidores de que es necesario usar también en el hogar agentes antimicrobianos. Los productos antimicrobianos hicieron su aparición en los jabones domésticos para las manos en la década de 1980. Y en 2001, el 76 por ciento de los jabones líquidos para manos en países como Estados Unidos ya contenía esa clase de productos químicos.

Los compuestos antimicrobianos han puesto en pie un sector industrial que mueve cifras de miles de millones de dólares, y estas sustancias químicas ya tienen una notable presencia en el medio ambiente y en los cuerpos de muchas personas. Los niveles de triclosán en los seres humanos han aumentado en un promedio del 50 por ciento desde 2004, según datos recientemente actualizados de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC), en Estados Unidos. El triclosán y el triclocarbán están presentes en el 60 por ciento de todos los ríos y arroyos de dicho país, y el análisis de los sedimentos en los lagos ha demostrado un aumento constante de triclosán desde los años 60. Hay productos químicos antimicrobianos en el polvo doméstico, en el que pueden actuar como alérgenos. Y, alarmantemente, un 97 por ciento de todas las mujeres lactantes en EE.UU. muestran niveles detectables de triclosán en su leche materna. Tales exposiciones innecesarias a productos antimicrobianos conllevan riesgos que, por ahora, no están bien definido.

Halden y su equipo realizaron una serie de experimentos encaminados a seguir el itinerario medioambiental de los ingredientes activos en los productos de higiene personal. Los inquietantes resultados de su investigación indican que el triclosán y el triclocarbán se aposentan primero en el lodo de las aguas residuales y son luego transferidos a los suelos y a masas naturales de agua, donde se ha observado que persisten durante meses o incluso años.

La química subyacente en estos compuestos los hace muy difíciles de descomponer. Además, son hidrófobos y tienden a pegarse a partículas, lo que disminuye su susceptibilidad a los procesos de degradación y facilita el transporte a largas distancias en el agua y el aire. Un estudio reciente demostró la acumulación de triclosán en los delfines por culpa de las aguas costeras contaminadas.

Anteriormente, la Agencia de Protección Medioambiental estadounidense (EPA) se había nutrido de estudios, financiados por el sector industrial, sobre el grado de eficacia de las plantas de tratamiento de aguas residuales, cuyos resultados hacían creer que esos procesos de depuración eliminaban el triclosán y el triclocarbán. Pero Halden sospechó que estos compuestos químicos podrían persistir en el subproducto sólido que queda después de dichos tratamientos: El lodo de esas aguas residuales. Las sospechas del grupo fueron confirmadas a través de análisis realizados en una gran planta de depuración de aguas residuales que presta su servicio a 1,3 millones de personas.

En el primer estudio de este tipo, realizado por el equipo en 2006, se determinó que tres cuartas partes de la masa de triclocarbán que entraba en las instalaciones para el tratamiento de aguas residuales simplemente se trasladaba del agua al lodo. Análisis similares confirmaron la acumulación de triclosán en el lodo con una eficiencia del 50 por ciento.

"Generamos seis mil millones de kilogramos de lodo seco al año", señala Halden. "Eso es igual a un tren lleno de lodo que se extendiera a lo largo de 1.200 kilómetros, desde Phoenix hasta San Francisco." La mitad de este lodo va a parar a los campos agrícolas. Las probabilidades de que estos productos químicos migren a los alimentos o se filtren hacia las aguas subterráneas, no han sido suficientemente evaluadas. Es probable que los agentes antimicrobianos sean capaces de moverse hacia arriba en la cadena alimentaria, a través de un proceso conocido como biomagnificación.

Al triclosán y al triclocarbán se los ha relacionado con problemas endocrinos, así como con posibles efectos adversos sobre el desarrollo sexual y neurológico. Además, la acumulación de estos compuestos antimicrobianos en el medio ambiente ejerce una presión selectiva evolutiva sobre los microorganismos expuestos a ellos, con lo que aumenta la probabilidad de que surja un supermicrobio, resistente a los agentes antimicrobianos, algo que podría tener consecuencias muy graves para la salud humana¡as.

En análisis recientes efectuados por el grupo de Halden, se midieron los niveles de triclosán y triclocarbán, para determinar hasta qué punto estos productos químicos, junto con otros agentes antimicrobianos, se concentran en el lodo, y qué les sucede a partir de entonces. Se descubrió que el triclosán y el triclocarbán constituyen dos tercios de la masa de todos los agentes antimicrobianos presentes en el lodo. Además, se ha observado una bioacumulación masiva de productos químicos antimicrobianos en varias especies.Halden advierte que estos compuestos químicos persistentes pueden tener un impacto sobre otras formas de vida en el medio ambiente que no son el objetivo contra el cual fueron fabricados. Los umbrales para matar a los microbios son mucho más altos que los umbrales para matar a otras formas más frágiles de vida, como algas, crustáceos y peces.

Esto explica, según Halden, por qué las concentraciones residuales de agentes antimicrobianos halladas en ambientes acuáticos son lo bastante perjudiciales como para acabar con numerosos crustáceos, que son fundamentales para el ciclo de vida acuática y la red alimentaria.

Es evidente que los productos químicos como el triclosán y el triclocarbán son útiles parra la salud pública, sobre todo en el ámbito clínico y manejados por personas que han sido entrenadas para usarlos apropiadamente. Pero su utilización doméstica e ilimitada plantea dudas. En 2005, la Administración estadounidense de Alimentos y Medicamentos (FDA) creó un panel de expertos para revisar toda la información disponible sobre estos productos químicos. Halden fue uno de los miembros votantes de esta comisión, que concluyó que el uso habitual de productos antimicrobianos por el público en general no era más eficaz, a efectos prácticos, que los métodos tradicionales de higiene como por ejemplo el de lavarse a fondo con jabón normal y agua.

La sociedad, insiste Halden, está participando en un gran experimento en el que todos somos conejillos de indias. Si bien se necesita con urgencia una reglamentación eficaz de estos productos químicos, Halden dice que la inercia de las agencias reguladoras es un formidable obstáculo. Mientras tanto, la mayor esperanza está puesta en que los consumidores domésticos eviten usar productos que contengan triclosán y triclocarbán, según él aconseja.

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24 feb 2011

Las propiedades beneficiosas del vino para la salud

El sector vitivinícola es, en España, de gran importancia no sólo por la superficie que ocupan sus cultivos, sino también por el valor económico que genera e incluso por el papel que desempeña en cuanto a conservación medioambiental. Sin embargo hay que hablar de otro valor más importante, si cabe: sus beneficios para la salud.Fuente: elmercadoecologico.com

Fuente: elmercadoecologico.com
Por Laura Chacón Colaboradora

El vino, una de las bebidas alcohólicas más antiguas del planeta, es protagonista de uno de los sectores agrarios más relevantes de nuestro país. Con 1,16 millones de hectáreas dedicadas al cultivo de la uva, de las cuales el 97,4% se dedica a la vinificación, España se sitúa como el país con mayor extensión de viñedos del mundo.

Pero sin duda, uno de los temas más tratados durante los últimos años a este respecto es el de sus cualidades beneficiosas –sobre todo del vino tinto-, que puede aportarnos, siempre, claro está, que se consuma con moderación.

Entre sus componentes existen unas sustancias que se caracterizan por sus propiedades antioxidantes. Se trata de los polifenoles, que encontramos en las uvas y que cumplen una función protectora frente a ciertas enfermedades.

• Por ello, la investigación actual sugiere tomar una copa
• Según estudios realizados en Francia, Reino Unido, Finlandia y Dinamarca el consumo moderado de vino es mejor para la salud que el de cualquier otra bebida alcohólica. Además, sugieren que su consumo reduce el riesgo de mortalidad.
• El vino tinto, además, puede disminuir los efectos nocivos del tabaco sobre los vasos sanguíneos por su cualidad relajante o vasodilatadora. de vino al día, algo que puede proporcionar beneficios como los siguientes:
• Uno de sus efectos más conocidos es el de la prevención contra las enfermedades cardiacas coronarias, según científicos, por la reducción de la producción de lipoproteínas de baja densidad (LDL) e impulsión de lipoproteína de alta densidad (HDL).
• Asimismo, el vino tinto previene de la aparición y desarrollo de la arterioesclerosis, ya que tanto el alcohol como los polifenoles del vino ayudan a mantener saludables los vasos sanguíneos.
• Además, el consumo moderado de vino se ha relacionado también con un menor riesgo ante el surgimiento de la enfermedad de Alzheimer, según varias investigaciones, gracias a un polifenol del vino tinto que tiene efectos neuroprotectores.

En los últimos tiempos se ha desarrollado la tendencia no sólo de tomar vino como medida saludable, sino también de que éste sea ecológico. El abono en estos cultivos es orgánico natural y la conservación del vino se realiza sin tratamientos y sin el antiséptico y antioxidante SO2, de efectos negativos para la salud.

Todo ello justifica que consumir vino, siempre con moderación, nos proporcionará mejor salud y calidad de vida.

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18 feb 2011

Cambio climático cómo influye en la calidad de los alimentos

El cambio climático es un hecho admitido por casi toda la comunidad científica y son pocas las voces que ponen en duda esta afirmación. Casi todas las noticias que hacen referencia a este cambio y su relación con la alimentación se centran en el estrecho vínculo que relaciona el clima con la producción de alimentos, sobre todo agricultura y ganadería. Estas informaciones resaltan cómo repercute de forma negativa en la producción alimentaria y crea sequías e inundaciones y pérdidas de cosechas, con la consecuente destrucción de la forma tradicional de producción primaria en muchas zonas que, en definitiva, comprometen el acceso a los alimentos a gran parte de la población, en especial, en países en desarrollo. Pero son pocos los estudios que han evaluado cómo repercute este cambio climático en la seguridad de los alimentos, entendida como la buena calidad e inocuidad.

Fuente: ECOTICIAS.COM (09/12/2010)

Uno de los trabajos realizados en este campo pertenece al ámbito del Reino Unido, aunque los resultados y conclusiones son extrapolables a los demás países de Europa. El trabajo pretende, además de identificar el impacto que el cambio climático puede tener sobre la seguridad alimentaria e informar sobre ello, evaluar posibles maneras de adaptación a estas nuevas circunstancias con el fin de minimizar los riesgos. El cambio climático puede provocar incrementos en la contaminación, tanto química como microbiológica de los alimentos, debido a las variaciones en los patrones de producción agrícola, la intensificación de la agricultura y las alteraciones en las vías de transporte.

Mitigar riesgos alimentarios

A menudo, los alimentos proceden de zonas ajenas a los límites de la Unión Europea, donde el impacto del cambio climático es más relevante. Sin embargo, estos países deben ser capaces de producir alimentos dentro de las normas de seguridad alimentaria europea y éstas deben exigirse por los importadores. Esto pone de relieve la importancia de herramientas como el sistema APPCC (Análisis de Peligros y Puntos de Control Crítico) para identificar en etapas tempranas riesgos dentro de la cadena alimentaria, que pueden ocurrir por el cambio climático. Estas zonas podrían localizarse por el desarrollo de un claro proceso de intensificación agrícola, inundaciones cíclicas o nuevas incorporaciones a la producción de alimentos.

Resulta imprescindible desarrollar técnicas de evaluación del riesgo para poder identificar áreas de focalización de peligros alimentarios, así como posibles técnicas de mitigación de los mismos. Algunas de las conclusiones del estudio británico se derivan del hecho de que el aumento progresivo de las temperaturas podría provocar un incremento en el número de microorganismos patógenos y de micotoxinas en toda la cadena alimentaria, desde la producción hasta el consumo. Tanto el procesamiento como el transporte y almacenamiento de los alimentos pueden incrementar los riesgos, pero hay poca información sobre cómo estos se alteran con el cambio climático. Por otra parte, este aumento de temperaturas puede provocar que microorganismos y enfermedades de origen alimentario propias de otras latitudes más cálidas se desarrollen en nuestro entorno.

Otro punto destacable es que las cada vez más frecuentes, largas y severas épocas de sequía, consecuencia del calentamiento global, provocarán una mayor necesidad de agua de riego que hará que el riesgo de microorganismos patógenos sea más elevado. Por otro lado, las previsibles inundaciones son uno de los mecanismos para el transporte de agentes patógenos y sustancias químicas en suelo agrícola que puede aumentar.

Patógenos y vigilancia epidemiológica

Los patógenos más beneficiados por el cambio climático y que más preocupan son los de dosis infectivas bajas, como protozoos parásitos o bacterias como Shigella, y los de mayor persistencia ambiental, como los virus gastrointestinales. También favorece el crecimiento de patógenos con gran tolerancia térmica y condiciones extremas de pH, mientras otros, como Salmonella y E. coli enterohemorrágica, aumentan su competitividad. Además, se prevé una probable alteración del uso de plaguicidas y medicamentos veterinarios. La mayor utilización de medicamentos veterinarios puede aumentar la prevalencia de patógenos resistentes a los antibióticos.

Por último, el estudio pone de relieve la importancia de los equipos de vigilancia epidemiológica, cuya labor será cada vez más importante. Además, es fundamental desarrollar métodos de detección rápida de patógenos y productos químicos en los alimentos y en los seres humanos y para comunicar con rapidez a los organismos reguladores para que estos realicen, en poco tiempo, las oportunas recomendaciones y acciones.

Algunos agentes patógenos se transfieren de los animales a los seres humanos, por lo que el seguimiento de la salud animal puede permitir detectar las amenazas antes de que la infección humana se produzca. Ya que es un problema global, resulta lógico pensar que los países deberían adoptar todas las acciones y medidas posibles.
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17 feb 2011

Averías en el congelador cómo evitar que los alimentos se estropeen

Un corte de luz o la puerta entreabierta ponen en riesgo la seguridad de los alimentos que se almacenan en el congelador

La mayoría de congeladores dejan de funcionar en algún momento, ya sea por un corte de luz, porque el aparato se avería o porque se deja la puerta entreabierta. Cualquiera que sea el motivo, trae consigo un riesgo de deterioro de los alimentos que se almacenan en él. El grado de riesgo varía en función de aspectos como el volumen de productos guardados, el tiempo de avería y la capacidad del congelador. Las medidas preventivas se deben centrar en calcular la inocuidad de los productos y desechar artículos que puedan suponer un riesgo para la salud, debido a la presencia de bacterias patógenas.

Fuente: consumer (1 de diciembre de 2010)
Por MARTA CHAVARRÍAS

Las bacterias en grandes cantidades en los alimentos pueden ser causa de intoxicaciones. A temperaturas bajo cero, la mayoría que causa enfermedades puede sobrevivir, pero no crece. A temperaturas de congelación (unos -18ºC), los alimentos se mantienen durante largos periodos de tiempo. Cuando se interrumpen estas condiciones, aumenta el riesgo de contaminación de los productos.

El grado de afectación depende de aspectos como la cantidad de alimentos en el congelador: uno que esté lleno, si no se abre, puede mantener los alimentos en condiciones durante al menos un día; si por el contrario está medio lleno, este tiempo se reduce. También influye el tipo de alimentos, de forma que los de mayor contenido en agua se mantendrán congelados durante más tiempo -un congelador repleto de carne no se calienta de forma tan rápida como otro que esté lleno de pan- y la temperatura a la que estaba el aparato antes de la interrupción de luz -cuanto más fría, más tiempo permanecen los productos congelados.

Frío durante más tiempo

Si bien uno de los síntomas de deterioro puede valorarse por el olor, sobre todo en alimentos como la carne, en otros como la verdura o los mariscos, la valoración con este parámetro no es fiable. Las bacterias se multiplican con rapidez en ellos. Sin embargo, en otros como las frutas y productos de pan se registra una especie de fermentación que los protege de posibles riesgos. En cualquiera de los casos, es recomendable:

• Agrupar los alimentos para mantener el frío durante más tiempo.
• No abrir la puerta ni siquiera para comprobar el estado de la comida.
• Si está previsto que la avería se solucione en menos de 24 horas, dejar la comida dentro y no abrir la puerta. Si el tiempo es superior a un día, cambiar los alimentos a otro congelador, si es posible.
• Si se desconoce el tiempo que los alimentos llevan en proceso de descongelación, lo más seguro es tirarlos.
• Separar la carne de aves de corral, ya que si empiezan a descongelarse, los jugos pueden llegar a otros alimentos y contaminarse.
• Si los productos aún contienen cristales de hielo, pueden volver a congelarse.
• Desechar los alimentos que hayan alcanzado temperaturas superiores a 4ºC durante un periodo superior a dos horas.
• Usar un termómetro para controlar la temperatura en el interior, en distintas partes del congelador. Conocer la temperatura más alta es uno de los principales factores para determinar si el alimento congelado es seguro.

Una congelación adecuada

En el momento en el que se reestablece la electricidad o se soluciona el problema, el siguiente paso será recuperar al máximo el contenido. En la mayoría de los casos, si los alimentos comenzaron a descongelarse hace varias horas, deberán desecharse. Sin embargo, algunos resisten mejor la descongelación que otros, por lo que se tendrá que verificar su estado de forma individual.

La comida precocinada y el marisco no podrán volver a congelarse y deberán desecharse si han alcanzado temperaturas superiores a 5ºC durante más de tres horas. La carne roja y de ave y el pescado crudos resisten mejor la descongelación que los platos precocinados. Si se consume de inmediato, la carne cruda expuesta a más de 5ºC durante un máximo de seis horas puede aprovecharse. Para evitar cualquier riesgo, el interior de la pieza debe llegar a 75ºC.

Si se quieren congelar alimentos durante más de dos meses, una de las mejores formas de hacerlo es con papel de aluminio o bolsas de congelación. Estos métodos reducen la deshidratación de los alimentos y la pérdida de calidad. Antes de usar una bolsa, sin embargo, es recomendable asegurarse de que es apta para el congelador. No son útiles las bolsas convencionales de plástico destinadas al almacenamiento.

La congelación inactiva y frena la actividad de los patógenos, pero no los elimina. Por tanto, una vez descongelado el alimento, si contenía microbios, estos pueden llegar a ser más activos, ya que se favorecen las condiciones adecuadas de temperatura. Los alimentos descongelados deben controlarse de la misma manera que otros perecederos.

LOS EFECTOS DEL CALENTAMIENTO

A pesar de que la mayoría de microorganismos patógenos pierden cierta capacidad para multiplicarse en condiciones de congelación, no se inactivan de manera total. Algunos de los patógenos del frío son Listeria monocytogenes, Yersinia enterocolitica y Aeromonas hydrophila. Yersinia puede crecer a bajas temperaturas y, además, resiste bien la congelación. Por este motivo, es fundamental controlar la proliferación de esta variedad de patógenos cuando se registra un mal funcionamiento del congelador.

Con el aumento de la temperatura, los microbios pueden multiplicarse con rapidez. El líquido que eliminan los alimentos congelados puede quedar estancado en zonas de difícil acceso y convertirse en un foco de contaminación y, por tanto, ser fuente de intoxicación alimentaria. Una rigurosa higiene y desinfección en estos casos es una garantía de seguridad. Al hacerlo, deberán secarse todas las superficies para que no queden zonas húmedas donde proliferen patógenos.

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13 feb 2011

Alimentos que te ayudan a llegar a viejo

FUENTE : ABC Periódico Electrónico S.A. (25/11/2010)
Autor: C. Garrido

Estas hortalizas y verduras tienen un alto contenido en alfacarotenos antioxidantes, unos nutrientes cuya presencia en niveles elevados en la sangre parecen asociarse con un menor riesgo de morir en un periodo de 14 años, según un estudio de los Centros de Control y Prevención de las Enfermedades en Atlanta (Estados Unidos) que se publicará en la revista «Archives of Internal Medicine».

Los carotenoides, incluyendo los betacarotenos, alfacarotenos y licopenos que son producidos por plantas y microorganismos, actúan como antioxidantes, contrarrestando los daños al ADN relacionados con el oxígeno, las proteínas y las grasas, que podrían participar en el desarrollo de enfermedades crónicas como los problemas cardiacos y el cáncer.

Para llegar a esta conclusión, los investigadores, dirigidos por el doctor Chaoyang Li, de los Centros de Control y Prevención de las Enfermedades en Atlanta, evaluaron la relación entre los alfacarotenos y el riesgo de muerte entre 15.318 adultos de más de 20 años que participaron en una encuesta nacional de salud y nutrición en EE.UU.. Los participantes se sometieron a chequeos médicos, análisis de sangre entre 1988 y 1994, y fueron estudiados hasta 2006 para determinar si morían y cómo lo hacían.

A lo largo del estudio fallecieron 3.810 participantes, pero descubrieron que el riesgo de morir se reducía entre los que contaban con mayores niveles de alfacarotenos en la sangre. Comparados con los individuos con niveles entre 0 y 1 microgramos por decilitro, el riesgo de mortalidad durante el estudio era un 23 por ciento menor entre quienes tenían concentraciones de entre 2 y 3 microgramos por decilitro; un 27 por ciento menor entre los que tenían entre 4 y 5 microgramos por decilitro; un 34 por ciento menos en niveles entre los 6 y los 8 microgramos y el 39 por ciento menor para niveles de 9 microgramos o más.

MÁS EFICACES QUE LOS BETACAROTENOS

En concreto, una alta concentración de alfacarotenos parece estar asociada con un riesgo más bajo de morir debido a una enfermedad cardiovascular o cáncer, además de por otras causas.

Aunque los alfacarotenos son químicamente similares a los betacarotenos, podrían ser más eficaces inhibiendo el crecimiento de las células cancerígenas en el cerebro, hígado y piel.

Para que los consumidores se hagan una idea, además de los alimentos mencionados al comienzo del artículo, los elementos de la dieta que contienen más alfacarotenos son los vegetales de colores amarillos y naranjas y los de color verde oscuro.

Para los autores estos resultados apoyan un mayor consumo de frutas y vegetales como forma de evitar la muerte prematura, al tiempo que sugieren la necesidad de una mayor investigación clínica sobre los beneficios de los alfacarotenos.

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6 feb 2011

¿Omega 6 dónde se esconde?

Los aceites de girasol, soja, maíz, sésamo o cacahuete son ricos en ácido linoleico, un ácido graso omega 6 esencial para el organismo

Fuente: consumer (11 de enero de 2010)

En los anuncios publicitarios y en el etiquetado nutricional de algunos productos ricos en omega 3 suelen resaltar, de forma llamativa, el contenido de este nutriente en su composición, haciendo alusión a su capacidad protectora del sistema cardiovascular. Pero, ¿son éstas las únicas grasas buenas que existen?

Los ácidos grasos omega 3 son un tipo de grasa insaturada, pero no la única. En general, todas las grasas insaturadas se consideran grasas buenas porque protegen los vasos sanguíneos y el corazón. Por eso, los ácidos grasos insaturados también se conocen como grasas cardiosaludables y se clasifican en dos grandes grupos:

1.- Ácidos grasos monoinsaturados (ácido oleico): deben suponer un 15-20% de las calorías totales del día.
2.- Ácidos grasos poliinsaturados: el 7% de las calorías de la dieta diaria deben ser de este tipo y se clasifican en:

     • Omega 3: ácido linolénico esencial, EPA y DHA.
     • Omega 6: ácido linoleico esencial, araquidónico y otros.
     • Omega 9

Qué son los omega 6

Los ácidos grasos omega 6 son un tipo de grasas poliinsaturadas que tienen la capacidad de reducir el colesterol total y los niveles de triglicéridos en sangre. No obstante, para disminuir los niveles de colesterol total, resulta mucho más eficaz eliminar o reducir al máximo la ingesta de grasa saturada que aumentar la de poliinsaturada.

Además, los ácidos grasos omega 6 tienen una acción antiagregante plaquetaria, es decir, hacen la sangre más fluida, por lo que reducen el riesgo de formación de trombos o coágulos. Si la ingesta de ácidos grasos omega 6 es excesiva y también se toman fármacos anticoagulantes como el Sintron, el efecto de uno y otro se suma. Por esto es imprescindible seguir los consejos de un profesional sanitario y realizarse pruebas de coagulación para ajustar bien la dosis.

La deficiencia de la mayoría de ácidos grasos omega 6 no es muy frecuente, ya que son muchos los alimentos de consumo habitual que contienen este nutriente. Sin embargo, sí que es más habitual que haya deficiencia de ácido linoleico, un omega 6 esencial. Esta deficiencia se asocia a una serie de síntomas como son retardo del crecimiento, lesiones cutáneas, deficiencias en la reproducción, hígado graso y polidipsia (necesidad de beber con frecuencia).

¿Dónde están los omega 6?

Los ácidos grasos omega 3, característicos de los pescados azules, son muy conocidos. En cambio, los omega 6 no lo son tanto. Ambos nutrientes son esenciales, lo que significa que nuestro organismo no los puede producir por sí sólo a partir de otros compuestos químicos y que, por tanto, se deben ingerir a través de la dieta.

Las ácidos grasos omega 6 se encuentran en muchos alimentos, si bien su fuente principal son los aceites vegetales. El aceite más rico en ácido linoleico, uno de los ácidos grasos de este tipo más destacados, es el aceite de cártamo, extraído de las semillas de una planta de la familia de los cardos. Este aceite, sin embargo, apenas se consume como tal, aunque sí como ingrediente de ciertos productos como ocurre con bebidas vegetales sin lactosa. Otros aceites ricos en este ácido son el aceite de girasol, soja, maíz, sésamo, cacahuete y palma entre otros. Además de estos alimentos, que contienen el ácido de forma natural, también hay productos que incorporan este nutriente en su elaboración, como las galletas o las margarinas.

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3 feb 2011

El aumento de ácidos grasos omega 6 en la dieta podría tener efectos negativos en la salud

Los hábitos alimenticios han pasado de una dieta rica en antioxidantes y con variedad de grasas a una con mayor cantidad de omega 6

Fuente: consumer (22 de noviembre de 2010)

El aumento de ácidos grasos omega 6, frente a los omega 3, en la dieta del siglo XXI puede tener efectos negativos en la salud. La investigadora del Center for Genetics (Washington) e impulsora de la "Dieta Omega", Artemis Simopoulos, hizo esta afirmación durante su participación en el IV Congreso Internacional de la Sociedad de Nutrigenética y Nutrigenómica (ISNN), coorganizado por la Universidad de Navarra del 18 al 20 de noviembre en el Palacio de Congresos Baluarte de Pamplona.

Simopoulos señaló que los hábitos alimenticios de la sociedad actual han evolucionado "de una dieta rica en antioxidantes y con variedad de grasas a una con mayor cantidad de omega 6 (presente en aceites como el de maíz o soja)". Explicó que las frutas y verduras que se consumen, al cultivarse con técnicas más modernas, tienen una menor cantidad de antioxidantes. Además, se alimenta a los animales con cereales y, como consecuencia, "la cantidad de omega 6 en nuestra dieta se ha incrementado".

También se ha disminuido el aporte de ácidos omega 3 -procedentes sobre todo del pescado azul, mariscos, aceites de semillas y vegetales de hojas verdes-, lo que junto con el aumento de la ingesta de omega 6 afecta a la salud. La investigadora explicó que en modelos animales se ha demostrado que el mayor consumo de omega 6 eleva el riesgo de sufrir cáncer, problemas cardiovasculares, neurodegenerativos e inflamatorios. "En el ser humano los resultados son todavía contradictorios, pero se ha comprobado que en personas con predisposición genética, el omega 3 es beneficioso en algunos tipos de tumores", señaló.

Por su parte, el especialista en Nutrigenética y Nutrigenómica y presidente de ISNN, Rafaelle De Caterina, dijo que se puede cambiar "el destino escrito en nuestros genes si cambiamos nuestra alimentación". Según De Caterina, "existen medicamentos derivados de alimentos, como el omega 3, que disminuyen el riesgo de muerte cardiovascular". Por ello, "las intervenciones en la alimentación deben ser prioritarias para la comunidad científica en este momento".

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1 feb 2011

Los alfacarotenos de zanahorias o guisantes se asocian con un menor riesgo de mortalidad

Estos resultados apoyan el consumo de frutas y vegetales como forma de evitar la muerte prematura

Fuente: consumer (23 de noviembre de 2010)

Los niveles elevados en sangre de alfacarotenos antioxidantes, localizados en zanahorias, guisantes o brócoli, parecen asociarse con un menor riesgo de morir en un periodo de 14 años, según un estudio de los Centros de Control y Prevención de las Enfermedades en Atlanta (Estados Unidos), que se publica en la revista "Archives of Internal Medicine". Los autores concluyen que estos resultados apoyan el mayor consumo de frutas y vegetales como forma de evitar la muerte prematura y sugieren la necesidad de una investigación clínica sobre los beneficios de los alfacarotenos.

Los daños al ADN relacionados con el oxígeno, las proteínas y las grasas podrían participar en el desarrollo de enfermedades crónicas como la enfermedad cardiaca y el cáncer. Los carotenoides, entre los que se incluyen los betacarotenos, alfacarotenos y licopenos, están en plantas o microorganismos y actúan como antioxidantes que contrarrestan estos daños. Los carotenoides del organismo humano se obtienen sobre todo a través del consumo de frutas y vegetales ricos en estos nutrientes o a través de suplementos antioxidantes.

Los investigadores, dirigidos por Chaoyang Li, evaluaron la relación entre los alfacarotenos y el riesgo de mortalidad entre 15.318 adultos de 20 años o más que participaron en un estudio nacional estadounidense de salud y nutrición. Los participantes pasaron por exámenes médicos y proporcionaron muestras de sangre entre 1988 y 1994. Además se les realizó un seguimiento hasta 2006 para determinar si morían o cómo lo hacían. A lo largo del estudio fallecieron 3.810 participantes y el riesgo de morir era menor entre quienes tenían mayores niveles de alfacarotenos en la sangre. La concentración superior en alfacaroteno también parecía asociarse con un menor riesgo de mortalidad por enfermedad cardiovascular o cáncer, además de por todo tipo de causas.

Los alfacarotenos son químicamente similares a los betacarotenos, pero podrían ser más eficaces al inhibir el crecimiento de las células del cáncer en el cerebro, hígado y piel. Los elementos de la dieta que contienen más alfacarotenos son los vegetales de colores amarillos y naranjas, como zanahorias, batatas o calabaza y los de color verde oscuro como el brócoli, las judias verdes, los guisantes o espinacas.

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