28 feb 2009

Menos sal en los alimentos

Las algas marinas podrían convertirse en sustitutas de la sal en la producción de alimentos sin que se vean alteradas ni la seguridad ni las propiedades organolépticas

El uso de la sal va mucho más allá de su papel como condimento para los platos.

Además de constituir un elemento esencial en la dieta de las personas, también lo es de los animales destinados al consumo humano y de los vegetales, y es de gran importancia en la elaboración de determinados productos por su capacidad de crear ambientes hostiles para ciertos microorganismos.

Pese a su papel claramente antimicrobiano en la elaboración de ciertos alimentos, un consumo excesivo puede tener efectos negativos en la salud. Por este motivo, desde hace tiempo se buscan fórmulas para reducir su contenido en los alimentos procesados.

Fuente: consumer.es (29 de octubre de 2008)
Por MARTA CHAVARRÍAS

La fuente más habitual de sodio, un nutriente esencial, es el cloruro sódico o sal.

En 2005, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA, en sus siglas inglesas) ya alertaba de que el consumo medio de los ciudadanos excedía los límites considerados como saludables. Entonces ya se hablaba de un consumo medio de sodio en la UE de 3 a 5 gramos, lo que equivalía de 8 a 11 gramos de sales, cifra muy superior a los 1,5 gramos de sodio al día (entre 3 y 4 gramos de sal) que se considera adecuada en los adultos. Teniendo en cuenta que el 75% de la mayoría de esta cantidad se consume a través de los alimentos y el otro 25% se añade a la hora de cocinar, son distintas las acciones que se han iniciado con el fin de minimizar esta cantidad.

Salero de algas

Durante el año 2006, se produjeron en todo el mundo 240 millones toneladas de sal, según datos del Instituto de la Sal estadounidense

En la UE se producen unos 45 millones de toneladas de sal al año, de las cuales un 3% se destina al sector de la alimentación. En total, se utiliza en cerca de 14.000 productos de casi todo el mundo, según datos de la Asociación Europea de Productores de Sal (EuSalt). Las principales autoridades sanitarias de todo el mundo llevan tiempo alertando de que se están sobrepasando los límites de consumo adecuado en el ámbito de la alimentación.

No hay que olvidar que el 75% de la sal que se consume es "invisible".

No es de extrañar que se busquen alternativas a algunos de los actuales métodos de conservación de alimentos, como la que acaba de presentar un grupo de expertos de la Universidad Sheffield Hallam, del Reino Unido, según el cual las algas marinas podrían sustituir al cloruro sódico en los alimentos procesados sin que se vean alteradas sus propiedades organolépticas, como el sabor, ni su vida útil.

De la investigación se desprende que las algas marinas no sólo podrían utilizarse como una alternativa para salar los alimentos, sino que además mantienen el gusto de los productos y reducen la presencia de microorganismos, de manera que se cumple con la misión conservadora de forma similar a como lo hace la sal, considerada una sustancia con un importante efecto conservante que garantiza la estabilidad del alimento.

A pesar de que el estudio se encuentra en una fase preliminar, sus responsables aseguran que ya se ha podido demostrar la capacidad antimicrobiana de las algas. También garantizan que las plantas marinas utilizadas están libres de contaminantes como metales pesados orgánicos, un factor que podría poner en riesgo su uso.

A pesar de los avances obtenidos, la reducción de sal en alimentos procesados sigue siendo un desafío importante, no sólo en términos de gusto o sabor, sino también de producción, en la que la sal constituye uno de los factores más importantes.

La sal en jamones


Si la cantidad recomendada de sal está entre los cuatro y los seis gramos, que es lo que contienen 100 gramos de jamón serrano, dar con fórmulas que disminuyan el contenido de sal en productos como los embutidos sin que se alteren sus propiedades es fundamental.

En ello trabajan expertos del Instituto de Investigación Tecnológica y Agroalimentaria (IRTA), que parten de tres premisas para conseguirlo: hacer una selección de la materia prima, modificar los procesos tecnológicos y añadir sustancias que compensen la reducción salina. Uno de los ejes de la investigación es acelerar, en la producción de jamón, el proceso de secado, lo que permitiría menor presencia de sal. Para ello, congelan la carne, hacen lonchas, las descongelan y después las secan antes de envasarlas.


También un grupo de expertos de la Universidad Politécnica de Valencia, junto con investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), trabaja para obtener jamón con un 50% menos de contenido en sal. Y todo ello sin que se alteren propiedades como el sabor, el color, la textura o la calidad del producto. Una de las dificultades que plantea este objetivo es que, si por un lado se reduce la cantidad de sal, por otro se minimiza la capacidad para inhibir el crecimiento bacteriano. Pero con el uso de otros compuestos como calcio o magnesio los expertos aseguran que los riesgos bacterianos y la curación de la carne son iguales a los que proporciona la sal.

Factor de riesgo

Reducir en un 15% los productos con sal podría prevenir, entre 2006 y 2015, unos nueve millones de muertes en 23 países. En un estudio publicado en "The Lancet" en 2007, se alertaba de la relación entre un consumo excesivo de sal y la hipertensión, un factor de riesgo importante en enfermedades cardiovasculares.

En el estudio "Prevención de la enfermedad crónica: efectos sobre la salud y costes financieros de estrategias para reducir el producto de la sal y para controlar uso del tabaco", los expertos pusieron en evidencia la alta prevalencia de hipertensión en regiones con altos niveles de consumo de sal.

Según las pautas dietéticas estadounidenses, tres cuartas partes de la sal que forma parte de la dieta habitual americana procede de los alimentos procesados.

Las autoridades sanitarias británicas culpaban a las sopas de sobre, salsas, aperitivos y cereales del desayuno de ser los principales responsables de la elevada cantidad de sal ingerida. A estos alimentos se podrían añadir las comidas precocinadas, los embutidos y las conservas.

Para la Organización Mundial de la Salud (OMS) es fundamental reforzar la "vigilancia de la calidad de la sal yodada y asegurar una ingesta óptima de yodo".

Las recomendaciones de esta organización sitúan en 5 gramos de sal al día.

FUNCIÓN CONSERVADORA

Una de las principales misiones que tiene la adición de sal en la elaboración de alimentos es reducir la actividad del agua, que es la que influye en el crecimiento y la supervivencia de microorganismos.


Para disminuir esta actividad se puede recurrir a distintos procesos, como el desecado mediante calor, la congelación o la adición de sal o azúcar. Uno de los métodos de conservación es la salazón, que se aplica sobre todo a alimentos ricos en proteínas como pescado y carne.

En este caso, y siempre que se cumplan requisitos como tener en cuenta el contenido proteico del alimento (si contiene muchas proteínas, se usará menos sal, lo que ayudará a obtener un producto de mayor calidad), se produce una modificación del color del alimento, que se puede consumir crudo porque se produce una desnaturalización de proteínas.

Otra opción es el curado, que consiste en añadir sales a alimentos como el jamón. En este caso, se produce una flora microbiana característica, especialmente de lactobacilos, algo que disminuye el pH y mejora la conservación de la carne. También en este caso se disminuye la actividad del agua, y gracias a la adición de nitratos y nitritos se consiguen efectos contra y Clostridium botulinum.

Desde que se empezaran a buscar sustitutos a este tipo de métodos de conservación los retos han ido enfocados a conseguir alimentos con las mismas propiedades. Uno de ellos es el uso de cloruro de potasio, cuyos resultados han sido, sin embargo, alimentos más amargos y menos salados. Sulfato de magnesio o reforzadores del sabor como extractos de levadura y glutamato monosódico son algunos de los compuestos que se han utilizado para sustituir la sal.

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24 feb 2009

Diseñado un nuevo tomate que puede ayudar a prevenir el cáncer

Los tomates morados modificados genéticamente por un grupo de científicos británicos del John Innes Centre de Norwich (Reino Unido) se han mostrado eficaces protegiendo a los ratones del cáncer, según publicó la revista Nature Biotechnology.

El próximo desafío es probarlo en humanos. Es el primer caso de una verdura tratada genéticamente que puede ser potencialmente beneficiosa para la salud, según Cathie Martin, miembro del equipo.

FUENTE
El País Digital (28/10/2008)

Los investigadores tomaron dos genes implicados en la coloración roja en los pétalos de la dragoniana, una planta mediterránea, y los introdujeron en los de la tomatera. El interés de los genes seleccionados residía en su relación con la antocianina, el pigmento responsable, entre otras cosas, de que las flores y frutas sean rojas o moradas. También son conocidas sus propiedades antioxidantes y, potencialmente anticancerígenas.


El resultado de la operación de ingeniería genética fueron unos hermosos tomates que se volvían intensamente morados al madurar a causa de su alto contenido de esta sustancia tanto en la pulpa como en la piel. Dos grupos de una cepa de ratones diseñados para ser particularmente susceptibles al cáncer fueron alimentados con tomates normales y con los morados. Los resultados apuntan a que los que recibieron una fuerte dosis de morado en su alimentación resultaron ser más longevos.

El equipo investigador, centrado en el desarrollo de alimentos ricos en sustancias saludables, está entusiasmado. "Mucha gente no toma cinco piezas de fruta y verdura al día, pero pueden aprovechar mejor las que comen si éstas son más ricas en compuestos bioactivos", ha explicado Martin.

La científica se muestra cauta, no obstante, y recuerda que los resultados no tiene porqué replicarse en humanos: "es muy pronto para afirmar si las antocianinas tomadas por ingesta pueden ayudar a prevenir el cáncer". La siguiente fase de la investigación será probarlo en humanos.

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18 feb 2009

Falsedades y mitos alimentarios

Creencias muy arraigadas, algunas sin fundamento científico, condicionan los hábitos alimentarios de numerosas personas

El interés creciente que muestra la sociedad por la alimentación va acompañado de numerosas recomendaciones dietéticas procedentes de muy distintas fuentes.


La mayoría están basadas en mitos y creencias irracionales que olvidan los principios establecidos por la investigación científica de la nutrición y, en algunos casos, se contraponen a los conocimientos sólidamente documentados con los que se cuenta en la actualidad.

Fuente: consumer.es (22 de octubre de 2008)
Por ELENA PIÑEIRO

Incompatibilidad de la leche con los cítricos; las frutas ácidas son malas para el reumatismo; las frutas al final de la comida engordan; el pescado alimenta menos que la carne y el huevo crudo es mejor que el cocinado.


Éstas son algunas de las falsedades alimentarias que tuvieron, y aún tienen, cierta credibilidad en nuestro entorno.

Ahora, expertos de la Delegación Provincial de Asuntos Sociales, el Servicio Social de Salud y la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad, todas ellas instituciones de Granada, han elaborado un compendio de este tipo de falsedades y mitos alimentarios que condicionan los hábitos nutricionales de muchas personas.

Alimentos incompatibles


No hay alimentos incompatibles y, por tanto, no es necesario establecer un orden en la ingesta

En las últimas décadas hemos asistido a una expansión de las creencias sobre alimentos que son incompatibles entre sí y que, por tanto, no pueden ingerirse juntos en la misma comida, según el presidente de honor de la Sociedad Española de Nutrición Comunitaria (SENC) y catedrático de Fisiología de la Universidad de Granada, José Mataix Verdú. Ciertas incompatibilidades y un determinado orden de ingesta de alimentos, como por ejemplo tomar la fruta y la ensalada antes del plato principal, se han arraigado con tanta fuerza en nuestro país que son difíciles de desmentir.

Los expertos en Nutrición Clínica y Dietética de la Universidad de Granada, el Servicio Andaluz de Salud y la Delegación provincial de Asuntos Sociales de Granada, en su artículo de revisión "Creencias erróneas sobre alimentación", alegan que "es tal la variedad de alimentos y sus mezclas, y la investigación de la interacción de los nutrientes supone técnicas tan sofisticadas y costosas que los estudios científicos sobre el tema son limitados y costosos".

No obstante, afirman con contundencia que no hay alimentos incompatibles y que no es obligado establecer un orden en la ingesta. Al menos así lo avalan los conocimientos actuales sobre la digestión y la absorción en el digestivo y miles de años de experiencia humana ingiriendo alimentos en distinto orden, según la cultura y la época concreta de la historia. En este sentido, otro expertos, como Pilar Cervera, directora del Centro de Enseñanza Superior de Nutrición y Dietética (CESNID), declaran que, como criterio general, hay que mezclar los alimentos de los distintos grupos para asegurar una nutrición correcta.

Sabiduría e ignorancia en la tradición

Refranes populares como "quien come con cordura por su salud procura" o "de grandes cenas están las sepulturas llenas", son incuestionablemente ciertos, ya que se conoce bien el trinomio metabólico de ingesta, reserva y gasto energéticos y sus consecuencias sobre la salud, de las cuales la más conocida en el aspecto negativo es la obesidad.

El grupo alimentario al que pertenecen la carne y el pescado, ricos en proteínas, ha sido objeto, a lo largo de nuestra historia gastronómica, de numerosos dichos y rimas con aspiraciones educativas, algunos de ellos con tan extraños como originales fundamentos, que afortunadamente la ciencia de hoy se ha encargado de desmontar.


La idea de que "la carne alimenta más que el pescado" podría estar apoyada, según Rosaura Farré, catedrática de Nutrició i Bromatología de la Universitat de València, en el hecho de que, al tener menos grasa y menos tejido conjuntivo, el pescado se digiere con más facilidad y proporciona menos sensación de plenitud gástrica.

Además, antiguamente era difícil mantener la cadena de frío para la conservación del pescado, más fácilmente alterable que la carne, por lo que era una idea común que este alimento marino era menos saludable que su homólogo terrestre.


Seguramente provocaba más toxiinfecciones por su alteración y la posterior formación de histamina, responsable de urticarias por la acción química de las bacterias y de ahí el mito de su menor contenido alimenticio.

Otro ejemplo de creencia falsa es la de que el huevo crudo alimenta más que cocinado, cuando en realidad ocurre exactamente lo contrario. Cuando se fríe, cuece o escalfa este alimento, el calor coagula las proteínas que son más fácilmente atacables por los jugos gástricos en el estómago y se aprovechan en un 92%, en comparación con el 50% de aprovechamiento cuando la clara está cruda; aparte del riesgo sanitario de salmonelosis si se come crudo.

EL ORIGEN DE LOS MITOS

Debido a que alimentarse es un hecho tan biológico como cultural, hay una gran diversidad de opiniones y creencias al respecto. Según Abel Mariné, Jaume Serra y Mª del Carme Vidal-Carou, coautores del libro "Saber popular i alimentació", es lógico que con el paso del tiempo se hayan acumulado conocimientos basados en la práctica y que se den asociaciones entre los alimentos y sus efectos que hayan dado lugar a comportamientos y actitudes frente a la alimentación, que han quedado impregnados en el saber popular.

Las creencias de tiempos pasados sobre las relaciones entre la alimentación y la salud se pueden contrastar con los medios científicos actuales y es curioso comparar la gran diferencia que se aprecia entre los mitos creados en nuestros días por la publicidad tendenciosa, que ha calado hondo sobre la ignorancia, y aquellas creencias antiguas con una base empírica, transmitidas durante generaciones por la tradición oral. En todo caso, lo que necesita hoy la ciencia es una mayor difusión que desmienta esas relaciones erróneas que se atribuyeron y aún se hacen a la comida y a su influencia sobre la salud y el comportamiento humano.


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13 feb 2009

Cocina para el corazón

Las dietas restrictivas no funcionan, se viven como una férrea imposición y acaban generando insatisfacción, culpabilidad y, en muchos casos, abandono del tratamiento dietético

Fuente: eroski.es (2 de octubre de 2008)
Por ELENA PIÑEIRO / MAITE ZUDAIRE

Las investigaciones científicas que relacionan la alimentación y las enfermedades cardiovasculares son muy diversas. Esto ha propiciado la confección de guías alimentarias muy completas y prácticas para las personas que sufren de estas patologías. Pero hay un detalle muy importante que se ha de tener en cuenta y es la puesta en práctica de los consejos del médico y el especialista en nutrición.


En este sentido, desde la Consejería de Sanidad de Castilla y León, y dentro del marco de la Estrategia Regional de Salud Cardiovascular 2005-2007, han tenido en cuenta el aspecto culinario y han editado "De la mesa al corazón", un práctico recetario de "cocina cardiovascular", en el que se hace un repaso de las bases de la tecnología culinaria que más pueden ayudar a los enfermos o a las personas en riesgo.


Por su parte, CONSUMER EROSKI también contribuye a hacer más fáciles, sabrosos y saludables los menús diarios al ofrecer la oportunidad de escoger recetas adaptadas a los trastornos cardiovasculares, como la hipertensión arterial, la hipercolesterolemia, la hipertrigliceridemia y la obesidad.

Recetas cardiosaludables

Se puede cocinar de una forma sana para el corazón poniéndole imaginación al plato. Las dietas restrictivas en general no funcionan, se viven como una férrea imposición y acaban generando insatisfacción, culpabilidad y en una gran mayoría de casos abandono del tratamiento dietético. Se olvida, en estos casos, que el papel de la alimentación es crucial en la prevención y el tratamiento de las enfermedades cardiovasculares y sus factores de riesgo asociados, como son la hipertensión, la obesidad, la hipercolesterolemia o la diabetes.

Hay que reformular las recetas para que los platos contengan cantidades interesantes de agentes cardiosaludables sin perder el gusto

Por esta razón han surgido iniciativas originales como la del Richard Collins, director del "Cardiac Rehabilitation and the Lifestyle Programs" en el South Denver Heart Center de Denver, Colorado (EE.UU.). Al margen del negocio y el marketing que le rodea, el hecho de enseñar a los pacientes a elaborar de forma saludable platos que tradicionalmente erán tabú para estos enfermos y a elegir correctamente los alimentos atractivos es sin duda una buena idea.
La novedad alimentaria es que el enfermo puede seguir dando satisfacción a sus gustos sin duras restricciones pero con control, afinando sus elecciones en el mercado y aprendiendo a manejarse en la cocina. Los productos enriquecidos en fibra o esteroles vegetales, y aquellos bajos en grasas saturadas o sin grasas trans ni hidrogenadas, podrían formar parte de un singular plan para el cuidado del corazón. La legislación europea que regula las declaraciones de propiedades saludables de los alimentos determinará qué productos de los que se comercializan cumplen con las premisas de considerarse efectivos en la protección cardiovascular.
Nuevos alimentos saludables
La elevación de la cantidad de colesterol LDL (conocido popularmente como colesterol perjudicial) que circula por el torrente sanguíneo es el mayor factor de riesgo de las enfermedades cardiovasculares. Según numerosas publicaciones de las fuentes científicas internacionales más acreditadas, como el American Journal of Cardiology o la Clínica Mayo, los esteroles vegetales y los esteres de estanol pueden disminuir de forma efectiva los niveles de LDL en sangre.
Los esteroles son componentes de las células vegetales, su estructura química y sus funciones son similares a las del colesterol en las células animales. Desde el punto de vista bioquímico, compiten con él en el intestino, limitando su absorción y reduciendo así su concentración sanguínea. Actúan tanto sobre el colesterol que se ingiere con los alimentos, como sobre el colesterol producido por el propio organismo. Por este motivo se les considera ingredientes funcionales cardioprotectores y se valora como muy apropiada su inclusión en platos o en alimentos enriquecidos.
Según Collins, alimentos tan conocidos como el aceite de oliva o el queso si son fortificados con esteroles vegetales podrían ayudar a conseguir la cantidad que las autoridades sanitarias recomiendan, que en la legislación europea es de tres gramos por día.
Cocina contra el LDL
Para incorporar las sustancias que interesan sin comprometer su sabor, hay que reformular las recetas con el objetivo de que los platos contengan cantidades interesantes de agentes cardiosaludables, como son, además de los fitosteroles, la fibra de las legumbres, las frutas, las hortalizas y los frutos secos, las grasas omega 3 del pescado azul o las monoinsaturadas del aceite de oliva.
Pero no todo es "incluir" sustancias interesantes para mejorar el valor nutritivo del alimento o el plato, también hay que saber "quitar" ingredientes indeseables como las grasas trans, la sal y el azúcar refinado, entre otros.

Todo ello es lo que se propone en los menús y las fórmulas culinarias propuestas en el recetario "De la Mesa al Corazón" editado por la Consejería de Sanidad de Castilla y León. Las castañas con yogur, la croqueta de turrón o las lentejas con morcillo de ternera y hortalizas son sólo algunos ejemplos que pueden dar buena de cómo llevar una dieta equilibrada ante cualquier comensal que se precie

CIENCIA Y VOLUNTAD

Las tres premisas de una alimentación tanto preventiva como curativa son equilibrio dietético, la variedad de alimentos y el aporte calórico adecuado.

Con estos ejes se puede seguir un plan dietético y de estilo de vida que ayuden el manejo de los temidos factores de riesgo. La clave está en conseguir unos buenos consejos basados en la ciencia y, sobre todo, en poner la voluntad para seguirlos.

El principal escollo es dedicarse tiempo para hacer ejercicio físico y aprender a comer. No obstante, y puesto que las enfermedades cardiovasculares son la primera causa de morbimortalidad en España, sin duda vale la pena el esfuerzo.
El entorno social también debería ayudar. Cuantas menos tentaciones e incitaciones al paladar, mejor. Según el presidente de la Federación Mundial del Corazón, Valentí Fuster, es necesaria una normativa en el sector alimentario para que las dietas sean saludables.

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12 feb 2009

La luz acorta hasta en once días la vida de las verduras en los supermercados

Así que pasan unos días desde que son cortadas en la huerta, resulta que la calidad de algunas verduras se reduce notablemente si se mantienen expuestas a la luz: o al menos eso ocurre con las coliflores, los brócolis, las acelgas, los puerros y los espárragos que se venden a diario en cualquier supermercado. Incluso, en algunos casos su vida útil se acorta nada menos que hasta en 11 días, como ocurre con las acelgas.

Fuente: ABC.es (21-10-08)
Autor: L. M. DEL BARRIO

Y, sin ser tan acusado su proceso de deterioro, lo mismo pasa con los puerros, cuya vida se reduce aproximadamente desde los 26 a los 18 días; con la coliflor, de 11 a 3, y con el brócoli, que pasa de 14 días a 11. Y todo ello por no mantener dichas verduras a oscuras, según se desprende de estudios científicos realizados en la Universidad de La Rioja.

El último de estos trabajos, publicado en la revista «Journal of the Science of Food and Agriculture» y recogido ayer por el Servicio de Información y Noticias Científicas (SINC), desvela que la luz activa la apertura de los estomas (es decir, los poros por donde se produce el intercambio gaseoso en las plantas), lo que a su vez provoca un aumento de las tasas fotosintética y respiratoria.

Densidad estomática

En el caso ya señalado de la acelga, los científicos sostienen que el hecho de que su vida se acorte de manera tan destacada se debe a una sencilla razón: sus partes verdes presentan mucha densidad estomática. En consecuencia, ello propicia un mayor intercambio de oxígeno y dióxido de carbono, así como una considerable pérdida de agua que, finalmente, favorece la deshidratación de la acelga.

Además, tres cuartos de lo mismo ocurre con la inmensa mayoría de los vegetales frescos o casi frescos, de quienes los científicos dicen que «no suelen sobrepasar las dos semanas de vida útil en las estanterías».

¿Por qué?

De nuevo, alegan la misma respuesta: la luz cambia el comportamiento de esas plantas y favorece su degradación, al acelerarse su respiración y transpiración.

Por tanto, lo ideal sería mantener los vegetales en frío y a oscuras, según explicó a SINC Susana Sanz, de la Universidad de la Rioja. En su opinión, «estamos acostumbrados a los «films» transparentes porque queda muy bonito que el producto se vea, pero tenemos que evolucionar hacia «films» tintados».

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7 feb 2009

Elaborar seitán en casa

Este producto se deriva del gluten del trigo y supone una alternativa al consumo de carne

El seitán es un alimento originario de Japón y su aspecto es el de una masa de color marrón. Se trata de la proteína del trigo, el gluten, que se obtiene al tratar el grano.

Conocido también de forma común como "carne vegetal", constituye una óptima forma de hacer la dieta más variada y completa.

Fuente: consumer.es (20 de octubre de 2008)

Según el análisis medio del etiquetado del seitán, de su aporte nutritivo destaca su abundancia proteica; unos 24 gramos de proteínas por cada 100 gramos de producto, su bajo contenido de grasas y la ausencia de colesterol (por tratarse de un derivado vegetal). El sabor de este alimento es muy suave, resulta fácil de digerir y su valor energético es reducido; alrededor de 125 calorías por 100 gramos.

Paso a paso

Las aplicaciones culinarias del seitán son muy similares a las de la carne


Para preparar seitán se necesita un kilo de harina de trigo, un litro de agua, un vaso de agua de tamari (salsa de soja), una cabeza de ajos, condimentos y especias varias al gusto (una cucharadita) y un trocito de alga kombu (opcional).

Para elaborarlo, en primer lugar se amasa la harina con agua, tal y como se elabora el pan. Cuando esté bien amasada, se deja en un recipiente cubierta de agua durante media hora o 45 minutos. A continuación, se lava la masa dentro del agua, y ésta comenzará a volverse blanca debido a que el almidón empezará a desprenderse. Cuando el agua esté muy blanca, se tira y se pone agua limpia.

Hay que continuar con el proceso de lavado hasta que el agua quede transparente para asegurar la eliminación total del almidón. De este modo, sólo queda el gluten en forma de una masa pegajosa. Se hace una bola y se divide en dos o tres trozos. A su vez, se puede poner a hervir el litro de agua con el vaso de salsa de soja, los ajos y el alga kombu. Cuando el agua hierva, se añaden las bolas de seitán y se deja hervir el conjunto a fuego lento durante unos 45 minutos. Se apaga el fuego y se deja tapado hasta que se enfríe. Una vez frío, se cortan las bolas en rodajas.

En la nevera, el seitán se conserva unos tres o cuatro días, si bien se puede congelar durante meses. Conviene congelarlo en bolsas individuales, indicando la fecha de congelación para descongelar sólo la porción justa en el momento en que se vaya a consumir.

Afinidades con la carne


Las aplicaciones culinarias del seitán son muy similares a las de la carne.

Se puede consumir a la plancha, frito, rebozado o empanado, estofado, como ingrediente de albóndigas y croquetas vegetales, y admite el acompañamiento de guarniciones como cualquier filete. En CONSUMER EROSKI se pueden encontrar algunas recetas saludables en las que el seitán es protagonista indiscutible: seitán con salsa de cacahuetes; quinua estofada con seitán y maíz; berenjenas gratinadas con seitán y setas; seitán estofado; canelones de espinacas y seitán o de seitán y setas; tumbet de verduras y seitán; espaguetis con seitán; seitán a la brava o con salsa roquefort.

CARNES VEGETALES

Las llamadas "carnes vegetales" pueden hacer que la dieta de la persona vegetariana sea más variada y para garantizar un aporte adecuado de nutrientes.

La utilización de este tipo de productos puede ser un paso progresivo hacia la dieta vegetariana en personas que previamente llevaban a cabo una dieta mixta tradicional.

Su consumo puede redundar en beneficios para la salud ya que se trata, por lo general, de alimentos enriquecidos en nutrientes y que aportan menos grasa y nada de colesterol, a diferencia de las carnes. Además del seitán, están el tofu (cuajado del batido de soja con aspecto de queso y de sabor insípido), el tempeh (fermentado de la soja, generalmente enriquecido en vitamina B12), la proteína de soja texturizada (por su proceso de elaboración, ya tiene aspecto de filete) y la proteína de soja en polvo, comúnmente empleada en la elaboración de hamburguesas y albóndigas vegetales. Todos estos productos se pueden congelar.

El seitán, el tofu y el tempeh vienen generalmente envasados al vacío y pueden conservarse hasta tres meses en el frigorífico. Una vez que se abren, se recomienda congelar lo que no se vaya a comer y el resto se debe consumir en una semana como máximo, conservado en un recipiente con agua en la nevera.


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